Ayer, miércoles 4 de marzo, comenzó la Cuaresma, época de reflexión en la religión.
Las estrechas calles del Centro Histórico tuvieron ayer un tinte especial. Cientos de personas llevaron en sus frentes un signo religioso que se mantiene a través de los años.
La figura de la cruz, plasmada con ceniza, fue impuesta ayer en las iglesias católicas del corazón de Quito. Con esta fecha del calendario litúrgico, se dio inicio a la época de Cuaresma: 40 días de preparación y conversión antes de la Semana Santa.
Las formas y colores del signo cristiano fueron diversas: cruces grandes, pequeñas, deformadas, borrosas, oscuras y también las hubo claras… Los feligreses, desde jóvenes hasta personas de la tercera edad, se acercaron desde temprano a los templos para cumplir con el ritual.
Ernesto Espinosa, de 65 años y residente en San Juan, decidió aprovechar la hora de almuerzo en su sitio de trabajo para acudir a la iglesia de Santo Domingo, ubicada en la calle Guayaquil y Rocafuerte. En el templo había una fila de 10 personas.
Todas aguardaban pacientemente para que les coloquen la señal. “Cree en el evangelio”, le dijo el sacerdote a Ernesto luego de impregnarle la cruz.
Luego, Ernesto avanzó hasta la Plaza Grande y canceló los servicios de un lustrabotas. Mientras su calzado de cuero quedaba impecable, Espinosa observó a los jóvenes que pasaban cerca suyo. “Las nuevas generaciones han perdido un poco la fe”, se lamentó.
Cien metros más arriba, a la altura de la intersección de las calles Chile y Benalcázar, Jonathan Rodríguez y Gema Vera, ambos oriundos de Manabí, hacían compras en uno de los locales del sector. Ambos llevaban la marca en sus frentes. “Aquí en Quito la gente es más creyente que en Manabí”, comentaron. Los jóvenes cumplieron con el ritual en la iglesia de San Agustín, en las calles Chile y Guayaquil.
En ese templo se celebró la última eucaristía a las 17:00. Los estudiantes de escuelas y colegios, en especial de instituciones religiosas, también participaron activamente de esta fecha litúrgica.
Los niños y jóvenes del colegio San Andrés caminaron a lo largo de la calle Cuenca para recibir la ceniza en la iglesia de Santa Clara. Ellos fueron guiados por sus maestros. Noemí Collaguazo, docente del plantel, contó que es una tradición llevar a los alumnos para que recuerden que “son polvo y en polvo se convertirán“.
En la iglesia El Belén, a la altura del parque La Alameda, en cambio, se observó a varias estudiantes del colegio femenino Espejo. Las adolescentes acudieron a la recientemente renovada iglesia antes de ingresar a clases en la sección vespertina.
Algunas acudieron solas, mientras que otras asistieron junto a sus padres e incluso abuelos. Esa imagen se replicó en todo el Centro Histórico.
En la calle Guayaquil y Espejo, David Segovia, de 22 años, se disponía a salir al receso en la empresa de venta de ropa en la que labora. Segovia se considera a sí mismo como un firme católico, al igual que todos los miembros de su familia.
Con convicción decidió avanzar hasta la iglesia de San Francisco para recibir la señal. “Escuché que solo allá están poniendo el signo a cualquier hora”. Mientras caminaba por la calle Sucre, David observó el entusiasmo con el que algunos creyentes se acercaban a los templos. Incluso, dijo, pudo escuchar a un joven llamar a su madre y contarle que iría a su hogar tras “ponerse la ceniza”.
A su criterio, esa es una muestra que los principios católicos, a pesar de la globalización y el avance tecnológico, aún se mantienen. A los pies del complejo franciscano, en la calle Benalcázar, se agruparon una treintena de palomas y nueve obreros que limpiaron la maleza que creció entre las piedras de la plaza.
Para hacerlo, colocaron una cinta con la palabra peligro, que contrastaba con el imponente convento. Ya adentro de la iglesia, Jorge González, rector del colegio San Andrés y vicario del templo, iniciaba la misa.
Así, entre peticiones, deseos de conversión y permisos para almorzar, cientos de creyentes cumplieron con esta tradición religiosa. Con la ceniza en sus frentes, continuaron con sus labores diarias, como cualquier otro día de la semana.
En contexto. Luego de las festividades de Carnaval, en el calendario litúrgico católico se cumple con el Miércoles de Ceniza. Con este ritual se da inicio a los 40 días de preparación para la Semana Santa. La Semana Mayor del catolicismo se iniciará el próximo 13 de abril.