Los Doctores Sonrisa -junto a la Policía Nacional- animaron unos minutos a los vecinos de varios sectores, en Quito, este jueves 14 de mayo del 2020. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
El silencio habitual en este tiempo de confinamiento se rompió la tarde de este jueves 14 de mayo del 2020, en barrios como La Tola, La Floresta y La Vicentina.
La sirena de un patrullero de la Policía Nacional no sonó esta vez por alguna emergencia. Tampoco tenía el mismo objetivo de anunciar que se acercan las 14:00 y arrancó el toque de queda.
A partir de las 15:00, ese agudo sonido llegó acompañado de pitos de una camioneta y una furgoneta tipo combi que llevaba a los Doctores Sonrisa. Se trata de un grupo de clowns y voluntarios de la Fundación Cecilia Rivadeneira que acudieron para animar unos minutos a los vecinos de estos sectores.
Llevaron saxofón, bombos, pinos para hacer malabares y cintas para bailar. Gritaron para llamar a los vecinos e invitarles a ver un corto show en el que hicieron bromas, trucos y bailaron.
Se trataba de un homenaje para los niños de todas las edades: “de 0 a 100 años”. Era un agradecimiento para aquellos que a pesar del estrés, el miedo y la incertidumbre del encierro para frenar los contagios del nuevo coronavirus, se quedan en casa y buscan la manera de sobrellevar la situación.
Los Doctores Sonrisas rompieron silencio habitual en este tiempo de confinamiento se rompió la tarde de este jueves 14 de mayo del 2020, en barrios como La Tola, La Floresta y La Vicentina. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO
Lo decían por los micrófonos, clowns como la Doctora Menta, un personaje que nació en el 2002 y al que le da vida Diana Cancino. Ella ha contagiado su alegría a los pacientes del Hospital del Sur, Solca, Baca Ortiz y otras casas de salud.
Y también fue parte de las primeras Caravanas de la Alegría, que se armaron primero en el 2008 para darle un momento de risas a los damnificados de la erupción del volcán Tungurahua. Ocho años más tarde, esta Caravana se reactivó para motivar a quienes lo perdieron todo por el terremoto de Pedernales.
Esta vez, dice Wilson Merino, director de la Fundación, salieron para recordarle a la gente que se debe mantener la esperanza encendida y que el país necesita unida a su gente, llevando la bandera de la alegría.
Para esta actividad, los clowns contaron con el apoyo de la Policía de Naciones Unidas (Unpol). Los uniformados les escoltaron, les abrieron camino y también fueron invitados a bailar. Para el subteniente Ricardo Viteri, colaborar con la fundación y animar a la gente que está en casa es algo valioso, como lo es ofrecerle seguridad al equipo que visita a los quiteños.