El cielo de El Panecillo, en el centro de Quito, se llenó de pájaros y colores en forma de cometas.
Papel celofán, plástico, tela o el tradicional papel cometa se presentaban en forma de faroles, estrellas, exagonales o pájaros.
El diseño era lo de menos para las cerca de 200 personas, entre adultos, jóvenes y niños, que se dieron cita ayer, a la cuarta edición del concurso ‘A volar con las cometas’, convocado por el Taller de Arte La Playa, con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Distrito Metropolitano de Quito y la Red Cultural del Sur.Carlos Chicaiza, organizador del evento y representante del taller, presentó el proyecto al Municipio, para rescatar esta tradicional actividad de verano.
La respuesta fue positiva por parte del Cabildo capitalino que entregó USD 10 000, para esta iniciativa. El dinero se invirtió en la realización de talleres, para enseñar a elaborar cometas, que se impartieron en diferentes espacios de la ciudad, y la creación de un CD instructivo para la fabricación de estos objetos.
Asimismo, se realizaron dos festivales. El de apertura se organizó el pasado 1 de agosto en Calderón y este en El Panecillo.
La única actividad vigente hasta finales de este mes es la exposición de cometas artísticas, abierta al público en la entrada del Palacio Municipal, que recopila 19 años de esta actividad mentalizada por el artista plástico Chicaiza.
“Solo participan las cometas nacionales, en forma exagonal, estrella y faroles, para rescatar lo que es nuestro”, dice Chicaiza.
Este concurso no solo es motivo de distracción para los quiteños, sino de sustento para familias que se dedican a la elaboración de cometas. Luis Chinlle y su familia aprovechan año a año estos actos para vender su arte. Desde 15 minutos a tres horas le toma crear, con papel celofán, holográfico, plástico, cemento de contacto y los sigses, una cometa, dependiendo de su complejidad, para venderlos entre USD 1 y 8. “ Yo fabrico todos los años las cometas desde que tenía 10 años. Ahora incluso tengo diseños especiales, dibujados en un cuaderno”, dijo.
Mientras los asistentes esperaban que el viento sea el propicio para poner a volar su cometa, se entretenían con la presentación del Grupo de Danza Los Amautas, las canciones de los Armónicos Simples o la música del Grupo Ecuador Andes.
Con 18 sigses, y papel celofán verde y rojo, Marco Analuca y su hijo Bryan dedicaron cinco horas en crear una cometa de farol. “Al volar la cometa uno se distrae, se desestresa, al menos por un rato”, comenta este morador del barrio La Unión, de la Magdalena.
Una experiencia similar fue la vivida por Gustavo Andrade, que asistió junto a cinco miembros de su familia. Él prefiere concurrir cada dos semanas a volar cometas, incluso antes de jugar fútbol. “Mi papá me enseñó. Para mí esto es deporte y distracción”. Su cometa la elaboró con la tela de una sombrilla dañada, comenta.
A pesar de que el papel cometa y el araña ya no son usuales en la creación de estos artefactos, aún se distinguían a dos surcando los aires, con su cola de tela. Eduardo Peña le enseñó a su nieto David Recalde a cortar los sigses secos, amarrar con piola, cortar el papel y pegar con goma blanca. “Claro que este papel es delicado, pero al ser más liviano se eleva más”, añadió Recalde. De verde y azul se vistió la cometa, que inscribieron en el concurso. Ellos ya ganaron un evento similar que se realizó en el Parque Metropolitano.
Los gritos y la destreza se hacían evidentes al momento de desenredar las cometas que se mezclaban en el aire, antes de caer al suelo en picada. Subir a los árboles para bajar a sus pájaros o sufrir la pérdida definitiva, cuando se enredaban en un cable de luz
Nelson Ullauri, asesor de la Secretaría de Cultura del Municipio, comenta que el apoyo brindado a este proyecto “es un reconocimiento a la labor silenciosa de años de Carlos Chicaiza como promotor y gestor cultural”, en la capital. Este evento fue parte de las actividades de verano organizadas por el Cabildo.