Cerca de cinco horas se mantuvo la alerta de no consumir el agua directamente del grifo para todo el norte del Distrito y los valles, ubicados en la zona oriental (Tumbaco, Cumbayá, Pifo y Guayllabamba).
La advertencia provino de la misma Empresa Metropolitana de Agua (Epmaps – Agua de Quito) que al mediodía del domingo habló de una afectación en las fuentes de captación del agua que llega a los sistemas Bellavista y Palugillo, tras el incidente de un tanquero producido en el sector de Papallacta.
Pero, pese a que la alerta se levantó a las 17:00 del domingo, los moradores de casi 30 sectores de la ciudad ya no quisieron consumir el agua tras percibir un fuerte olor -e incluso sabor- a combustible. Eso le pasó a Fernando Montenegro.
Él tiene 56 años y hace 15 vive en el sector de Amagasí del Inca, en el norte de la ciudad. El lunes 23 de agosto, tras el anuncio de una posible contaminación del agua, verificó que no había nada extraño en su suministro. Sin embargo, recibió la alerta de un familiar y verificó que el agua que salía del grifo tenía olor a combustible y, para cerciorarse, incluso la probó. “Sí, me quedó un sabor a gasolina”.
Después compró agua en la tienda y la de su casa solo la usó para lavar su ropa. “Al terminar de lavar también percibí un olor a diésel en la ropa”.
Algo similar le ocurrió a Blanca Freire, también moradora de Amagasí del Inca. Luego del anuncio, y por precaución, decidió comprar cuatro botellones de agua, junto con su hija. Pero como supieron que la alerta fue levantada, usaron nuevamente el agua de los grifos en la noche.
Pero el lunes en la mañana ya no pudieron hacerlo. Cuando recolectaron agua de la llave en un vaso, contó Freire, sintieron un olor similar al de la gasolina. Por eso, ella indicó que, mientras ese olor no se desvanezca, van a usar agua embotellada.
Experiencias similares se multiplicaron en redes sociales durante la jornada del lunes.
Las quejas provinieron de otras zonas, como La Brasilia, Andalucía, La Concepción, Solca, Carcelén, Ponciano Alto, La Kennedy, Jaime Roldós, Jipijapa, entre otros.
Según la Epmaps, pese a que se levantó la alerta, uno de sus equipos permaneció la madrugada del lunes en la planta de tratamiento de Bellavista, para monitorear la calidad del agua proveniente de Papallacta.
En el laboratorio se analizaron 12 muestras de agua de diferentes sectores de la urbe y la zona de captación afectada por el derrame de 10 000 litros de combustible, en el kilómetro 27 de la vía Pifo – Papallacta.
Luis Collaguazo, gerente de Operaciones de Epmaps, informó que se aplicó un plan de contingencia y se realizó un monitoreo del sistema de abastecimiento. “No existe presencia de ningún hidrocarburo en la captación de agua. Nos mantenemos en que el agua puede ser consumida directamente”.
Desde las fuentes de captación, ubicadas en Papallacta (donde fue el incidente), hasta las plantas de tratamiento, hay un recorrido de 90 km. Desde ahí, hasta las redes de distribución, hay más de 200 km adicionales. Por ello, Collaguazo insistió en que, si habría contaminantes, debieron percibirse desde la noche del lunes.
Los reportes de olores extraños en el agua también llegaron a la Epmaps, donde solo hasta las 09:00 del lunes tuvieron 35 alertas en redes sociales con quejas ciudadanas. Para verificar esas afectaciones se activó otro equipo para realizar muestras aleatorias en las zonas mencionadas.
Hasta el mediodía, Collaguazo confirmó que esos análisis se hicieron en Solca, Amagasí del Inca y en los alrededores de la calle Guangüiltagua. Los recorridos se extendieron hasta La Morita (Tumbaco), Cumbayá, Calderón y El Pinar. También se extraerán muestras en tanques y redes de distribución, como los de Collaloma y la Tola Alta y Baja.
Marco Guijarro, del Laboratorio Lasa, explicó que el olor también puede ser producto de una sugestión, después de conocida la noticia. Aún así indicó que, para descartar contaminantes en el agua, se hace un análisis de hidrocarburos totales de petróleo (TPH), que determinan posibles cuerpos de combustibles. Y los resultados, afirmó, se obtienen en al menos seis u ocho horas de tomadas las muestras.
En eso coincidió Francisco Aguirre, ingeniero y consultor ambiental. Él agregó que, dado que el diésel tiene una volatilidad más baja, tiene más persistencia en el cuerpo hídrico. Por ello, recalcó que lo ideal sería continuar con los muestreos en los próximos días y contrastar esos resultados.
Fabián Bernal, jefe del Laboratorio de la Epmaps, corroboró que en sus instalaciones es posible tener resultados en tres o cuatro horas. Por ello, la alerta de ayer se levantó en menos de ese tiempo tras obtener los hallazgos de cuatro primeras muestras que se hicieron.
El lunes en el tarde, el gerente de la Epmaps, Luis Medina reiteró que el agua en Quito es apta para el consumo y que las evaluaciones seguirán en esta semana. Agregó que los resultados obtenidos en sus laboratorios serán contrastados con estudios particulares.