[[OBJECT]]Hace cinco meses, Pedro Portilla compró una moto nueva. La Explorer de 150 centímetros cúbicos le costó USD 900. Pagó de contado. Todos los días sale de su casa, en Chillogallo, a las 08:00. En 30 minutos llega a su oficina, en la av. 12 de Octubre. “En bus me demoro hasta una hora y media en ese recorrido”.
Se dedica a cobrar las facturas de su empresa y la moto es su principal herramienta de trabajo. El tamaño de su vehículo le permite adelantarse fácilmente en el tránsito. Circular en medio de dos carros que se encuentran detenidos en una vía congestionada es una maniobra común. Un casco negro y un par de guantes del mismo color es lo único que lo protegen en caso de un accidente.
Según la Asociación de Empresas Automotrices del Ecuador (Aeade), se calcula que el 80% de las motos vendidas a escala nacional se utilizan en actividades laborales. Orlando Huera, presidente de la Asociación de Trabajadores Motorizados, asegura que en Quito, solo en el servicio de entregas a domicilio trabajan cerca de 6 000 personas en moto.
Óscar Calahorrano, director de estadísticas de Aeade, asegura que entre los factores que incentivan la compra de este tipo de vehículos están la facilidad de acceso a créditos, el bajo costo, el tamaño en relación con los vehículos de cuatro ruedas, el ahorro en tiempos de viaje, entre otros.
Antes de comprar la moto, Portilla evaluó todos esos aspectos. “Una moto ocupa menos espacio que un carro y el mantenimiento es más barato”.
En su recorrido, hace una parada en una tienda de repuestos, en La Marín. Sube con su vehículo a la acera y lo estaciona cerca del bordillo. Para Huera, los motociclistas aún no han sido completamente incluidos como actores viales. La falta de carriles exclusivos, zonas de parqueo y el irrespeto por parte de otros conductores dificulta la conducción de motocicletas en el Distrito.
[[OBJECT]]
La irregularidad en el registro de estos vehículos también es un problema. En la moto de Portilla no aparece la placa. En las oficinas de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), le dijeron que las improntas estarían listas en un mes. Por ahora, la factura es el único registro de su moto.
Según Calahorrano, pese a que las casas comerciales tienen la obligación de entregar el vehículo matriculado, hay un número indeterminado de motos que circulan sin los documentos respectivos. “En otros casos es la falta de interés de los propietarios”. Eso hace difícil cuantificar de manera real el parque vehicular de motocicletas y su crecimiento.
En los registros de la ANT constan 11 616 motos matriculadas en el 2010, en Quito. 3 909 menos que las motos que pasaron la revisión técnica (15 525). Eso representa el 5% del total del parque vehicular activo de la capital.
Según la Secretaría de Movilidad del Municipio, para contener el crecimiento acelerado de las motos en el Distrito se optó por incluir estos vehículos en el pico y placa, exigir la revisión técnica vehicular y aplicar controles de emisión de gases contaminantes.
Una encuesta de la Asociación de Trabajadores Motorizados determinó que un 3,8% de motociclistas compró otra moto para evitar el pico y placa, en el 2010. Portilla es uno de ellos.
En el mercado
Desde el 2007, las motos de dos tiempos han sido desplazadas por las de cuatro, por ser menos contaminantes.
En el país hay 17 ensambladoras y 36 importadoras de motos ensambladas y por ensamblar.
Según datos de la Aeade, Pichincha es la tercera provincia en venta de motocicletas (10 604, en el 2010). Le superan Los Ríos (10 691) y Guayas (25 299).