El ambiente navideño y el comercio de productos en la calle Chile son intensos. Foto: Galo Paguay
La posibilidad de comprar más regalos a menor precio es lo que atrae a los compradores que visitan los 10 centros comerciales populares que hay en Quito. Los más concurridos son los siete del Centro Histórico, entre los que se encuentra Nuevo Amanecer.
Ayer, Jenny Sinailín compró ahí dos juegos de ropa interior y medias para sus hijos, por USD 42,99. Eso, más una mudada de ropa que elijan a su gusto, será su regalo navideño. Lleva efectivo, puesto que la mayor parte de los 7 500 locales que funcionan en estos centros comerciales trabajan bajo esta forma de pago.
Pero hay locales de calzado que aceptan tarjetas de crédito. Con este medio, unos zapatos para fiesta cuestan USD 28. En efectivo, el cliente puede regatear y pagar USD 25.
La gente que llega desde los Túneles suele entrar por el Nuevo Amanecer y luego visitar El Tejar, Hermano Miguel, Ipiales Mires, Granada, Montúfar y San Martín. Anteriormente, la mayoría de vendedores eran informales.
Los clientes también van al parqueadero La Merced, que es privado, o al pasaje Sanguña, cuya primera etapa con 208 locales fue inaugurada el pasado jueves 20 de diciembre de 2018. Aún están pendientes 197 puestos.
En uno de los 7 500 locales de los centros comerciales se ofertan prendas a bajo costo. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
En el Centro Histórico, el trajín se siente desde hace dos semanas y estos días aumenta. Es difícil conseguir estacionamiento, más en fines de semana, aunque hay más bullicio en las calles que en los centros comerciales del ahorro (BBB).
En otros puntos de la ciudad están el Ipiales del Norte, Ipiales del Sur y Chiriyacu. El de La Michelena también reúne a vendedores que antes eran informales. Según Manuel Salgado, director de Centros Comerciales Populares de la Agencia de Coordinación Distrital de Comercio, en los BBB hay 7 500 locales, de esa cifra 950 esperan completar el proceso y entregar escrituras. En el pasaje Sanguña, el trámite se completará en enero.
María Cevallos salió a completar sus regalos. Hace dos meses empezó a comprar prendas de vestir para sus cuatro nietos. Ayer gastó USD 100; encontró, por ejemplo, una blusa por USD 15. Todos los años acude al Centro, “porque hay productos más baratos”.
En algunos locales ofrecen promociones de sacos, por ejemplo, a USD 4 cada uno o tres por 10. Osnara Dueño, de 20 años, trabaja en El Tejar y llama a los clientes para animarlos a llevarse blusas, chompas, chalecos. Llegó hace tres semanas de Caracas y, un día, cuando vendía arepas en la calle, la dueña le propuso que la ayudara en esta temporada. “Feliz y agradecida, le dije que sí”. A diario va de Quitumbe hacia la Ipiales y trata con amabilidad a la clientela.
El centro comercial Hermano Miguel es uno de los que más gente recibe entre semana. Foto: Ana María Carvajal / EL COMERCIO
En temporada navideña es normal que se refuerce la atención al cliente. Grace Pérez, quien atiende en un local de jeans en el Hermano Miguel, fue contratada en el local de unos amigos. Allí se ofertan pantalones desde USD 10 hasta 19,50. En ese sitio comercial hay más gente y ruido, aunque no es suficiente para Angélica Tutillo, quien tiene un negocio de ropa para bebés desde hace 16 años. Hoy tiene 65, pero fue comerciante ambulante desde los 8. Dice que el negocio ha bajado este año, por eso, la última vez que renovó sus perchas fue en junio. Ofrece sacos a USD 5 y calentadores por 15.
Edith Rubio compra en estos sitios, pero afirma que las cosas son más baratas en los locales de los chinos. Susana Xue es dueña de un negocio en el parqueadero La Merced. Cuenta que ella y su familia son “de los más viejitos aquí”. Habla un perfecto español, porque creció en Quito. Ayer acomodaba la mercadería nueva con la ayuda de sus cinco empleados.
Quien sí contrató más personal fue Soraya León. Usualmente tiene dos ayudantes para sus locales de zapatos. Pero empleó a tres más. Ellos preguntan a la gente: “¿qué le damos? Tenemos buenas marcas, mírelos sin compromiso”.
“Aquí damos un poquito más barato para tratar de que salga la mercadería. Pedimos a los clientes que vengan porque adentro es seguro y damos con garantía. Si a alguien se le dañan sus zapatos, les cambiamos por otros”, señala León. Para esta temporada pidió a sus proveedores de Ambato artículos nuevos.
A León le preocupa saber que en Quito hay más de 11 000 vendedores informales. Reconoce que ella se inició de esa manera en la calle Cuenca y gracias a su trabajo crió a sus hijos. Pero accedió a entrar al parqueadero de La Merced para que haya más orden y seguridad. Ahora, lamenta que la competencia esté en las calles de donde ella salió.