La leyenda de Cantuña es una de las más conocidas en el Ecuador. Pablo Boada lo comprobó durante una visita a una escuela, en Guayaquil. El investigador de la fundación Quito Eterno pidió a los niños que plasmaran en un dibujo una leyenda ecuatoriana. La mayoría escogió la del indígena quiteño que hace un pacto con el diablo para concluir la construcción de la iglesia de San Francisco, a cambio de su alma.
La anécdota fue compartida durante un foro que se organizó para hablar del mítico personaje en el centro de psicología profunda AION. El acto forma parte del proyecto Mi Quito, mil mitos, en el que se reflexionó sobre distintas leyendas de la ciudad.
El radiodifusor Marco Chiriboga dijo que la afición de los quiteños por las leyendas hace que estas se confundan con la historia.
El historiador Wladimir Serrano considera que los criollos -descendientes de los españoles nacidos en América- la concibieron para justificar sus aspiraciones independentistas, con la combinación de conceptos hispánico e indígenas. Concluye que cuando Cantuña no coloca intencionalmente la última piedra del templo, deja de lado el misticismo propio de los indígenas y utiliza la razón para vencer al demonio.
De allí surge otra interpretación de la leyenda. Boada cree que al combinar lo indígena con lo español, la leyenda busca reivindicar el mestizaje. “Representa nuestra identidad y eso contribuye a superar el complejo de que la mayoría provenimos, a la vez, de indígenas y españoles”.
El investigador aprovechó para contar un relato de Cantuña descubierto recientemente. Fue hallado en el libro Maravillas de la Naturaleza, escrito por el padre franciscano Juan de Santa Gertrudis en el siglo XVIII. Allí, Cantuña aparece como un herrero que pacta con el diablo para que le comunique sobre su muerte tres días antes del hecho. Aunque la profecía se cumple, el indígena logra salvar su alma.
A este relato se suman los contados por el padre Juan de Velasco, en el siglo XVIII, y el del padre González Suárez, de inicios del siglo XX. En el primero, el historiador relata que Cantuña entregó el tesoro de Rumiñahui al español Hernán Juárez y que a su muerte se habría quedado con la fortuna. Para justificar su riqueza habría dicho que hizo un pacto con el diablo. El segundo se refiere a la leyenda comúnmente difundida.
Ficción o no, hay documentos históricos que demuestran la existencia de un herrero indígena llamado Francisco Cantuña durante el siglo XVIII. Originario de Sangolquí, se trasladó a vivir a la calle Cuenca, en Quito. Su testamento consta en el Archivo Nacional de Historia. En este consta que el indígena fue un cerrajero rico que trabajó para el Convento de San Diego y de San Francisco. Allí mandó a restaurar la deteriorada capilla que ahora lleva su nombre y compró a los franciscanos entierro en ese lugar.
Durante el foro
También participó la diseñadora Liliana Gutiérrez, quien plasmó diseños basados en la leyenda de Cantuña en utensilios de cocina, como delantales, individuales y agarradores.
Al final, se presentó la exposición ‘Demonios personales’, con 10 obras basadas en la leyenda.
La muestra estará abierta hasta el 5 de diciembre, de 10:00 a 15:00, en la sede de AION. Está ubicada en la av. 12 de Octubre y Alejandro Andrade, frente a la Casa de la Cultura Ecuatoriana.