Fuertes lluvias y granizadas se viven en Quito. Los barrios altos son los más afectados por las bajas temperaturas.
El sector de Manuelita Sáenz, en el sur de Quito, es uno de los barrios que tiene las temperaturas más bajas.
En las laderas del Atacazo viven cerca de 4 000 personas en una zona donde se mezcla lo urbano con la agricultura y la crianza de animales.
Como a las 10:30, de este lunes 21 de noviembre de 2022, en medio de los árboles baja una fina capa de neblina. El sol está asomando y un rayo de luz tenue no alcanza a calentar. Aunque se despeja el día, nadie se retira los gorros o prendas térmicas. Eso es porque la brisa que corre es helada y no les permite abrigarse del todo.
Las actividades de los vecinos se ven interrumpidas y sus rutinas adecuadas al clima. Todo se hace dentro de las viviendas o, al menos, bajo techo para evitar un poco el frío.
Matilde Guanucha tiene una tienda en el sector. Permanece al interior con la ventana cerrada para evitar que entre el aire helado.
Ya está acostumbrada, pues vive en esa calle hace casi 20 años. En su rutina de cada mañana no puede faltar colocarse un gorro de lana antes de salir.
Su hija de nueve años también tiene uno. Sobre este se coloca la capucha de la casaca térmica que usa para protegerse del frío.
Para la tarde de este lunes 21 de noviembre, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), indicó en su pronóstico que habrá una temperatura mínima de 10 grados centígrados. Las lluvias estarán dispersas a lo largo de la ciudad, incluso con tormentas eléctricas.
Cuando eso pasa las labores cotidianas se dificultan. “El agua muerde cuando lava los platos”, dice Guanucha. Por eso no lo hace sin guantes, incluso con guantes de lana debajo de los de caucho.
Ni hablar de la ropa. Siempre la cuelgan bajo techo, pero tarda varios días en secarse. Los uniformes de los más pequeños deben lavarse con tiempo suficiente o secarse detrás del refrigerador.
Rosa es otra vecina de ese barrio. También lleva puesto un gorro de lana y un pantalón térmico.
“Nunca se seca por completo (la ropa)”, lamenta. Por eso ya está acostumbrada a pasar la plancha antes de vestirse.
Vive en el sector hace 36 años y ya no le sorprende el clima. En ese barrio la temperatura ha descendido hasta los 4 grados centígrados. Es peor cuando cae granizo, reconoce.
En esos casos sí se pone una chompa adicional. Aunque tenga frío no se va del sitio porque la vivienda es propia. “A dónde vamos a ir”, cuestiona.
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