Eran las 07:00 del pasado miércoles. Una unidad del trolebús salió de la Estación La Y rumbo a El Recreo, en el sur. No hay aglomeración y algunos asientos están vacíos. Un hombre de unos 50 años, de cabello y bigote negro, no despega su mirada del rostro de una mujer de unos 25 años, que viaja sentada a su lado.
Ella prefiere ver hacia afuera, a través de la ventana del bus. Ante la indiferencia, el hombre voltea su mirada y trata de llamar la atención de otra joven. La chica que está sentada junto a él se baja en la Plaza Grande. El cincuentón se levanta y se sienta junto a la otra joven, quien escucha música. Para las dos es una escena común en el trolebús. Aprendieron a convivir con ese tipo de miradas.
Desde el lunes pasado está vigente la campaña ‘Quiero andar tranquila, calles sin acoso’, que en esta etapa se aplicará en el trolebús y en la ecovía.
Para Tatiana Cordero, directora del Taller de Comunicación Mujer, si se mantiene la campaña, se la debe complementar con spots. En su opinión, el propósito debe ser llamar la atención a los hombres, quizá con frases como ‘tocar es un delito’. “Hasta ahora la campaña está pensada desde las mujeres y está bien, pero me parece que también hay que pensarlo desde la responsabilidad de los hombres y desde la corresponsabilidad social”.
Para el concejal Norma Wray, la campaña forma parte de una política pública en la lucha contra la agresión hacia las mujeres. “Lo que se busca es que se vuelva socialmente rechazable el acoso, que consiste en miradas, frases y hasta toqueteos morbosos”. Las personas que se sientan afectadas, pueden poner en conocimiento del chofer, para que éste comunique a los vigilantes del trole y procedan a bajar de la unidad al denunciado.
Para Adriana Márquez, en este caso, es complicado delimitar qué es acoso. Ella ha trabajado con personas que han sido víctimas de violencia sexual y sabe que para iniciar una denuncia de acoso deben existir pruebas.
“En las unidades del trolebús no hay cámaras que graben el momento que una personas acosa a otra. La sola versión de quien se sienta afectada no es suficiente”.
En las horas pico, los articulados del trolebús van repletos, con gente amontonada en los pasillos. Aunque las mujeres tratan de evitar el roce con desconocidos, no lo logran porque el espacio es reducido. Para evitar esos contratiempos, en otras ciudades como México, en las horas de mayor demanda del transporte público hay áreas exclusivas para las mujeres en las unidades.
En Quito, en las remodeladas paradas del trolebús, ubicadas desde La Y hasta San Blas se colocaron rótulos que indican la preferencia para mujeres y niños.
En el momento de la aglomeración eso no se respeta. Micaela Garzón es usuaria frecuente del sistema de transporte. “Por la desesperación de entrar rápido al bus, nadie se fija en esos anuncios. Es lamentable”.
Carlos Poveda, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Transporte de Pasajeros, no se atreve a plantear la posibilidad de que haya unidades exclusivas para mujeres. En su opinión no sería viable operativamente. Además, se tendría que discriminar entre hombres y mujeres.
Myriam Sáenz vivió una experiencia desagradable. Un día un hombre se ubicó detrás de ella en el pasillo del trolebús y se pegó hasta rozar su cuerpo. Ella trató de esquivarlo, pero el individuo lo siguió. Le dio y un codazo y le pidió respeto. “El resto de pasajeros le recriminó y el hombre se bajó en la siguiente parada”.
Santiago Aguilar, jefe de seguridad de la Empresa Pública Metropolitana de Transporte de Quito (EPMT-Q), informó que desde que funciona el trole se han registrados dos denuncias por acoso. La primera fue el 7 de junio del 2011. Una de 18 años relató que un hombre la manoseó en el momento que el articulado se chocó por el sector de La Recolecta. El segundo caso involucró a un extranjero, quien supuestamente acosaba a las colegialas que usan el transporte público.
Luego de que las dos chicas se bajaron de la unidad, el cincuentón también abandonó el bus. Se quedó en El Recreo.
TESTIMONIOS
Alejandra Guerrero
‘Me han mandado mano varias veces’
La gente aprovecha los amontonamientos para mandar mano. Por mi trabajo, todos los días tomo el trole. Siempre siento ese tipo de acoso. Me han mandado mano varias veces.
Cuando lo han hecho, les llamo la atención . Cuando esto pasa, los hombres se acercan para intentar hacerse amigos míos, entonces se aprovechan de la situación. Siempre prefiero esperar un trole vacío para poder sentarme, porque cuando estás de pie, te mandan mano. Algo he oído de la campaña, pero no sé de qué se trata, ni dónde puedo denunciar.
ElsaParedes
‘Cuando entro a los buses, me pongo nerviosa’
Solo a veces viajo en el trole. Me da miedo y me pongo nerviosa. Cuando entro en las unidades, a veces, me mandan mano o hay personas que tratan de robarme la billetera o abrirme la cartera.
Cuando estas personas te topan, tratan de abusar. Una vez, en una parada, un hombre me mandó mano y traté de darle un trompón , pero ya se había alejado de la puerta y se había metido en otro bus, por lo que ya no pude encontrarle. Ni me he enterado de la campaña que están haciendo. Sería bueno que dieran más información.
Cristina Calderón
‘Hay quienes tratan de tocar tus partes íntimas’
Por lo general, cuando una se sube al trolebús o a los buses de la ecovía, los hombres se acercan y tratan de abusar, sobre todo cuando una está apretada entre la gente.
Los hombres tratan de pegarse a nosotras y topar nuestras partes íntimas. Esto pasa siempre. Generalmente, esto sucede cuando estoy en las puertas de los buses. A veces, disimuladamente, los morbosos tratan de toparme la parte de atrás, por eso, cuando entro a los buses, intento ponerme en los lugares donde no hay mucha gente, como en los círculos de la mitad.