Muchas veces, incluso tiempo antes de los cortes de luz, hay congestiones que se habría evitado si un solo vehículo se hubiese detenido a tiempo para no bloquear a los autos que van en sentido transversal. Entonces, suenan los bocinazos y los insultos se disparan. Pero ocurre que hay algunos que sí se detienen en la esquina para que puedan circular los de la ruta que cruza. Entonces, también suenan los bocinazos y los insultos se disparan. Ahora, en esta crisis energética, la actitud al volante es vital durante los apagones en Quito y el país.
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Los apagones y la actitud al volante
Edwin Herrera, quien durante más de 30 años ha sido un consultor vial, reconoce que en Quito se conduce normalmente con mucha agresividad. El conductor tiene un estrés acumulado por las tantas horas que pasa dentro del vehículo.
Con los cortes de luz, se han incrementado esta actitud al volante, coincide Guillermo Abad, de la organización Justicia Vial. “La gente conduce con mayor prepotencia y agresividad. Además, tiene un error muy común: piensa que el tiempo de una persona es más importante que el de los demás”.
Es que estos cortes, explica Herrera, “aumentan el estrés en las personas y no solamente eso, sino que se han vuelto depresivas. También les causa mucho miedo y quieren llegar lo antes posible de que la luz se vaya”.
Eso es algo que recuerda Paola Espinosa, una corredora de bienes raíces. Si bien ella ha planificado su vida alrededor de los apagones, una vez tuvo una cita médica en la Carolina y Eloy Alfaro al anochecer. “Yo pensé que era en otro horario los cortes. ¡El (p…) susto! Caminé con prosa, pero con el paso acelerado. No había casi nadie en la calle“.
No hay agentes para cada esquina
La Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) ha desplegado 1 240 efectivos para cubrir los semáforos en las esquinas de mayor densidad vehicular, aunque hoy, 13 de noviembre del 2024, anunció que subirá a 1390. En la ciudad hay 1 039 intersecciones semaforizadas. Algunos agentes ya han tenido problemas de salud, como afecciones a las vías respiratorias, infecciones urinarias, quemaduras de sol, informó la AMT.
“Es imposible pensar que puede haber un agente para cada una de las esquinas semaforizadas”, dice Herrera y recalca que incluso hay vendedores ambulantes que se ha dedicado a ganarse unas propinas dirigiendo el tránsito. “Las intersecciones más complejas requieren de hasta cuatro agentes, como mínimo para que fluya el tránsito”, dice Abad.
¿Cuál debe ser la actitud al volante en los apagones?
Los expertos coinciden en dos aspectos fundamentales. El primero es la educación vial, pero es a largo plazo y el Estado tiene una deuda pendiente con el país en este caso. El otro es algo más personal, y a la vez, el más complejo, porque implica un cambio de comportamiento al volante. Es lo que Abad llama “la cortesía”.
Para Abad esta cortesía implica que pensar en el otro es también pensar en uno. Y pone como ejemplo, cuando dos carriles desembocan en uno, como en los contraflujos, se debe aplicar y respetar el uno a uno, es decir, ceder el paso al otro y pasa uno, como en efecto cremallera.
“Caso contrario, vamos a seguir teniendo el problema de que nadie pasa. Basta que una persona incumpla esto para que colapse. Hay que seguir apelando a la cortesía, a la generosidad y al sentido común”, dice Abad.
Pero es difícil ser cortés en este contexto de cortes de luz, que ha modificado la organización de las familias. “Cada persona tiene su propia dinámica en determinado momento. Si sale atrasada, empieza a circular sin ceder el paso e igualmente no llega puntual. Y no tener energía en los semáforos aumenta el estrés en la población”, dice Herrera.
Esto puede traer un problema mayor: si los conductores pierden la paciencia en las horas pico, también la pueden perder en sus hogares porque llega molesto a casa y la familia no tiene nada que ver”.
La educación vial, clave para el cambio de actitud al volante
El Estado ecuatoriano tiene una deuda pendiente con el país desde el 2008, porque desde ese año tenía que garantizar la educación vial como materia escolar para cambiar la actitud al volante. El resultado es que “hemos perdido una generación y media de estudiantes que no han recibido este derecho a ser educados. El responsable de esto es el Estado”, añade Abad.
“No hay educación vial. Hay que educar a los niños desde los siete años o los 11, enseñarles las normas de tránsito, porque ese niño es el potencial conductor a los 18 años”, dice Herrera. El problema es que hay una educación vial orientada para adultos, que van a manejar con los vicios heredados de la manera de conducir regularmente en Quito.
Las soluciones que puede dar el Estado
Herrera, quien se ha desempeñado como director de Movilidad de la Prefectura de Pichincha, cree que, en el caso de Quito, hay dos caminos a seguir para pensar en mejorar el tránsito durante crisis energéticas y en la cotidianidad. Ambas son de largo aliento.
La primera solución es que la Alcaldía de Quito ya debe pensar en la autonomía energética de los semáforos. Y la alternativa es el uso de la energía solar, que haría que su funcionamiento sea independiente de la situación energética e, incluso, implicará un ahorro importante para la ciudad.
La otra es que ya debe haber un cambio en el concepto de la movilidad. Y esto dependerá de si la ciudad tiene alguna vez un transporte público que abarque la ciudad y los valles, y que sea rápido y seguro. Pero eso parece también algo lejano por los altos costos de la inversión y la desconfianza en los buses de servicio urbano. “Pero en algún momento habrá que comenzar”, dice Herrera.