Mónica Ayala realizó la limpieza de la basura en la calle José Alemán desde las 06:00 de ayer. Su trabajo se complicó por las tablas y botellas rotas. Foto: Paúl Rivas y Galo Paguay / El Comercio
Los anfitriones de una fiesta saben que el momento más duro llega al siguiente día, cuando se mira una montaña de basura y se tiene que limpiar los desastres producidos. En la urbe, la realidad no es distinta. Luego de la celebración del 1 de enero, se recogieron 800 toneladas de desechos adicionales.
Este aumento se da principalmente por las cenas, entrega de regalos, por la elaboración y quema de años viejos o porque la gente aprovecha para botar artículos viejos que los tenía embodegados.
El servicio se cumplió con normalidad en los barrios en los cuales se realiza la recolección los viernes. Mónica Ayala se mostró exhausta por barrer tantos desechos en la calle José Alemán, en Solanda. Ella y sus compañeros que son parte del servicio de barrido manual, salieron a las calles a las 06:00. Una hora después iniciaron sus operaciones los vehículos especiales de recolección.
Pese a que varias entidades municipales solicitaron a las personas que no se incineren monigotes en el asfalto, en la mayoría de calzadas se evidenció montículos de ceniza. En un día normal, en la ciudad se generan 2 000 toneladas de basura.
El 31 de diciembre y el 1 de enero la cifra aumentó en un 40%, informó Antonio Sáenz, gerente de Operaciones de la Empresa Metropolitana de Aseo (Emaseo).
El personal de Emaseo recogió en fundas este material para llevarlo en recolectores a los botaderos. Algunas calles estaban en tan mal estado que fue necesario el uso de agua para despejar todos los desechos que afectaban la circulación.
La ciudadanía colaboró a su manera con la tarea. Virginia Andrade barrió tres montículos que estaban cerca a su casa y depositó las cenizas en una funda. Ella guardó este desperdicio de otros vecinos hasta el domingo, cuando pase el recolector por su casa.
Un segundo hecho que llamó la atención de las autoridades fue la incineración que sufrieron 24 contenedores. En Emaseo consideran que una posible causa de estos siniestros fue que la gente no se cercioró de que los años viejos aún estaban encendidos cuando los depositaron al interior de los dispositivos.
Las llamas aumentaron de tamaño con la basura acumulada y se produjeron los daños. En la ciudad es relativamente nuevo el uso de contenedores. Hasta marzo de este año se plantea terminar con la instalación de la tercera etapa. Cuando concluya, serán 7 000 que estarán a disposición de los ciudadanos.
Ayer (1 de enero), el movimiento en la ciudad fue mínimo. Los negocios de las avenidas 10 de Agosto, Colón, Orellana, Eloy Alfaro, Mariscal Sucre, Maldonado y Rodrigo de Chávez estaban cerrados. El tránsito vehicular fue mínimo en comparación con un viernes normal. En un minuto se contabilizó el paso de 23 carros por la calle 10 de Agosto, una cifra baja en comparación con cualquier día de la semana.
En las calles, también hubo pocos peatones. En la mañana pocas personas salieron a ejercitarse o caminar. En el Centro fue visible la presencia de turistas extranjeros.