Al principio, el aficionado al tenis era mi papá. Íbamos todos para jugar dos veces por semana. Pero después, con mi hermano fuimos entrenando más fuerte desde los 8 años y cuando ganamos los nacionales decidimos dedicarnos a esto.
Nos fue bien y por eso continuamos en el deporte. Le dedico al tenis como seis horas diarias. Llego a la Concentración Deportiva de Pichincha a las 09:30 y me entreno hasta las 12:00.
En la tarde regreso para entrenarme desde las 15:00 hasta las 17:30.
Me gusta jugar tenis porque me produce adrenalina. Siempre me han gustado los deportes. También hacía atletismo, pero me decidí por el tenis porque es un deporte individual. Dependes de tus propias habilidades, de tu estado mental, sin esperar de un equipo que haga lo mismo que tú. Claro que sí hay gente que está atrás, tu entrenador, tu familia… en la cancha entras solo.
Para jugar como aficionado no hay que ser un sabio, pero si quieres tener un nivel profesional necesitas estar dispuesto a sacrificarte y sacarte el aire.
Un poco de talento es necesario para despuntar. Los mejores se hacen con entrenamiento pero también se necesita nacer con un poco de talento. Hay muchos que se entrenan y también quieren ser los mejores, así que si te metes en esto, debes ser de cabeza.
Este año llegué a la final de mi primer torneo profesional. Tengo 16 años, pero estoy jugando en la categoría 18 y profesionales. Ha sido un año duro pero logré sacar el ‘ranking’ WTA y soy la número 150 en la categoría juvenil a escala mundial.
Estudio a distancia Físico Matemático y Contabilidad para poder entrenarme y viajar a los campeonatos. Me gusta leer, y ahora estoy leyendo Mafalda.
Marie Elise Casares, 16 años
Campeona de tenis