Francisco Cortez L.
Resulta inaceptable que el Ministerio de Salud haya tomado la resolución de separar del programa médico a miles de pacientes VIH que recibían buena atención en el Hospital de Infectología de Guayaquil.
Les hacían pruebas periódicas de sangre para determinar su nivel de carga viral y revisaban constantemente el estado de su sistema inmunológico.
Adicionalmente, recibían la dotación mensual de la medicación específica para estabilizarlos e impedir que mueran, todo completamente gratis.
Esa acción descabellada se debe a que dichos pacientes, ya recuperados y aptos para laborar, comenzaron a realizar aportes al Seguro Social Ecuatoriano.
Como resultado de esta decisión errada, ahora esos miles de pacientes han interrumpido su tratamiento médico y son potenciales condenados a muerte al dejar de recibir los medicamentos específicos para tratar su enfermedad, medicamentos tales como Convivir y Stocrin, cuyos componentes activos son Lamivudina-Zidovudina y Efavirenz; respectivamente, a precios en el mercado entre los USD 80 y 100 cada frasco de 60 pastillas.
Al tratarse de empleados que perciben bajos salarios -como la mayoría de los ecuatorianos de hoy en día-, no pueden adquirirlos y resulta ilógico que deban pagar por esos fármacos en el comercio común si sus patronos aportan al Seguro Social los valores que les descuenta de su rol de pagos mes a mes.
El problema radica en que el personal de compras y de las farmacias del Hospital del Seguro Social informan con pasmosa indolencia que nunca poseen en ‘stock’ estas medicinas, que deben ser administradas a los pacientes contagiados de VIH de por vida y sin interrupciones para evitar que el virus se torne resistente al fármaco.
La Ministra de Salud, el Director de Salud Nacional y el Director del Hospital del IESS de Guayaquil son los posibles mentalizadores, pero el Presidente de la República se convertirá automáticamente en un supuesto cómplice si no los sanciona destituyéndolos de sus cargos y tomando medidas drásticas que permitan que todos estos pacientes puedan retornar a su tratamiento médico y control y administración de medicamentos específicos.
Señor Presidente de la República, ¿la irresponsabilidad y la indolencia médica también ya es de todos?
La cultura, pueblo nuevo y el presidente
Héctor Darwin Manosalvas
Dicen que el lugarteniente de Hitler solía repetir: “Cuando me hablan de cultura saco la pistola”, algo parecido está pasando en Ecuador, pero con características más sutiles.
Se ha creado el Ministerio de Cultura para desprestigiar la cultura.
Yo he votado en todas las elecciones por Rafael Correa y me emocioné cuando se creó este brumoso Ministerio, pero al poco tiempo me di cuenta que al señor Presidente no le importaba nada ese Ministerio. Porque para él la cultura se le acaba en Pueblo Nuevo.
Al principio, con grandes aspavientos nombraron Ministro a un gran poeta negro, aprovechando de su prestigio y su color, lo sacaron al rato y lo escondieron en Nicaragua, luego nombraron al señor Mora, que, según el propio Presidente, pertenece a la izquierda ‘trovera’, quien consecuentemente alcanzó a inaugurar la fiesta de la cultura y finalmente (¡Por Dios, hasta cuándo!) lo entronizaron a un señor Noriega, cuyo mérito parece ser el de tener un hermano escritor, pero que en sus declaraciones públicas sabe confundir armoniosamente la magnesia con la gimnasia, y cuya habilidad es que nadie le entienda.
Mi pregunta es: ¿para qué crear un Ministerio si ya tenemos una Casa de la Cultura que hace lo mismo: nada?
La cultura seguirá enriqueciéndose a pesar de ellos.