Desde el pasado jueves, luego de varios cambios administrativos, comenzaron las notificaciones de despidos en la Clínica Panamericana. Foto: Elena Paucar / EL COMERCIO
“Le estoy llamando porque acabo de recibir un listado, de parte de los dueños, en el que notifican que van a prescindir de sus servicios. Dentro de 15 días le llamaremos para indicarle el valor de su liquidación”.
Esa es la llamada que guardan en sus celulares algunos de los 175 trabajadores despedidos de la Clínica Panamericana, una medida que tomaron las autoridades por supuestos pagos pendientes por parte del Gobierno. Otros, en cambio, recibieron la noticia de su salida en la puerta, cuando esperaban iniciar otro día de labores.
“El sábado la gente vino a laborar normalmente y nos cerraron las puertas. Nos dijeron que no podíamos pasar (…). Llamaron a la Policía, contrataron guardias armados para amenazarnos. Nosotros no somos delincuentes; estamos reclamando lo que por derecho nos pertenece, nuestros sueldos”, dijo casi a gritos Luis Anchundia, quien laboró en el área de hospitalización como camillero.
Desde el pasado jueves, luego de varios cambios administrativos, comenzaron las notificaciones de despidos. Con copias de mail, los trabajadores denuncian que les adeudan el décimo tercer sueldo, más los meses de enero y febrero.
Además afirman que, aunque les han ejecutado los descuentos en sus roles de pago, la clínica no habría entregado desde octubre pasado las aportaciones al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), por lo que no han podido acceder a varios beneficios.
Por eso, la mañana de este lunes 22 de febrero del 2016, por tercer día consecutivo, los excolaboradores se asentaron en los bajos del edificio, ubicado en el centro de Guayaquil. Llegaron con pancartas y gritos de protesta.
“Nos dicen que el IESS, el Ministerio de Salud y el Issfa les deben y por eso no nos pagan”, contó Paulina Barzola, quien trabajaba en el área administrativa. Esta mañana llegó con su uniforme y un cartel con la frase: ‘no al despido intempestivo’.
La protesta fue seguida de cerca por varios policías. Y la seguridad privada se redobló en la puerta de ingreso.
Carlos Vargas, uno de los directivos, salió por una de las puertas aledañas pero fue acorralado por los empleados en la vereda. “Estoy yendo al banco”, les dijo. Pero los manifestantes pedían explicaciones.
“Nos dijeron que nos pongamos la camiseta, nos la pusimos. Pero después nos botaron como al perro”, le decía un joven. “Oramos, como nos dijo. Yo le lloré”, le repetía otra mujer.
Vargas no les dio detalles. “No tengo respuestas. No estoy autorizado para hablar con los medios. No puedo dar declaraciones en este momento”, dijo ante las cámaras y volvió a entrar al edificio.
La compra de renuncias fue una de las medidas que habrían tomado las autoridades de la Clínica Panamericana. Pero los trabajadores no están conformes con el monto que les asignaron. Algunos ya plantearon una denuncia ante el Ministerio del Trabajo por esta causa.
“Nosotros ya no exigimos nuestros trabajos, exigimos que nos paguen las indemnizaciones porque esto es un despido intempestivo”, dijo Yahaira Franco, quien hasta el sábado trabajó como enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Médicos, enfermeras, auxiliares, terapeutas y personal administrativo son parte de los despedidos. Ellos conforman casi el 50% de la nómina de personal.
Según las autoridades de la clínica, algunas instituciones públicas les adeudan más de USD 10 millones, por uno y hasta dos años de retraso en los pagos. En esta semana, afirmaron, cancelarían todas las liquidaciones a sus extrabajadores. E incluso informaron que están poniendo a disposición sus bienes para hacerlo.