Militantes de Alianza País reparten camisetas y banderas para la jornada de hoy. Foto: Enrique Pesantes / El Comercio.
Red. Política y Guayaquil
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Con la presencia de al menos 100 000 personas, según la aspiración gubernamental, el presidente Rafael Correa anunciará en Guayaquil las reformas al Código del Trabajo vigente.
Aunque aún no se han hecho públicos los pormenores de estas modificaciones, al menos nueve se conocen. Tienen que ver con la disminución del número para formar sindicatos, la ramificación de estas por sector, la eliminación de contratos a plazo fijo, entre otros. Y el Régimen aprovechará de la fecha emblemática del sindicalismo ecuatoriano para ello: el 15 de noviembre.
La organización obreraecuatoriana no difiere de la del resto del mundo. Su bautizo también fue a fuego y sangre. Si siempre se habla de los mártires de Chicago por la masacre de trabajadores en mayo de 1886, para conmemorar el Día del Trabajo, Ecuador tiene su fecha especial: el 15 de noviembre de 1922.
La novela de Joaquín Gallegos Lara, ‘Las cruces sobre el agua’ relata la masacre de aproximadamente 1 500 trabajadores levantados durante el gobierno de José Luis Tamayo. El autor fue un testigo adolescente cuando ocurrió y podría ser el germen de su militancia comunista. Pero el relato, publicado en 1946, es también el reflejo de un mundo muy distinto al que hoy vivimos.
En 1922, se vivía la eclosión del movimiento sindical en el mundo. La influencia del anarcosindicalismo europeo, la revolución mexicana (1910) y, sobre todo, la revolución rusa (1917). Y si bien nacía en Ecuador la conciencia de clase, según el profesor de la Universidad Andina, Édison Paredes, en rigor no se puede hablar de lucha sindical porque no eran realmente obreros. La organización de trabajadores era más artesanal: sastres, panaderos. El sindicalismo en el país cobra fuerza en los años 60 con la primera industrialización.
Cualesquiera que fuera el contexto, los mártires de Guayaquil, cuyos cuerpos fueron abiertos para introducirles piedras y lanzarlos al río queda en la memoria histórica. Y era tradición que cada 15 de mayo, fueran a la ría del Guayas para lanzar cruces de flores.
Pero ese símbolo de resistencia ahora se enfrenta a dos escenarios. La división sindical no se da entre anarcosindicalistas, comunistas y socialistas, sino entre los que están a favor o en contra del gobierno del presidente Rafael Correa.
Con ellos, según secretario de acción política de Alianza País, además de demostrar su respaldo a la revolución ciudadana y a la “revolución del trabajio del siglo XXI’, se trata de mejorar la situación y la vida de los obreros del sector público y privado.
Eso es algo en lo que no cree el sindicalismo que está confrontado con el Régimen. Ayer conformaron su propia Central Unitaria de Trabajadores (CUT), una organización con el mismo nombre de la que crearon hace poco el sindicalismo favorable a Correa.
La Central de oposición no reemplazará al tradicional Frente Unitario de Trabajadores (FUT). El objetivo, según Pablo Serrano, presidente de la Central Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres (Ceosl), es fortalecer la organización sindical propositiva que respaldará la lucha del FUT.
Un total de 63 federaciones acudieron al Teatro Quito, para anunciar su propia movilización: el 19 de noviembre, en contra de las reformas.
La novela de Gallegos Lara, al decir de Paredes, forma parte de “la mística educativa” del sindicalismo. Es una de las primeras lecturas recomendadas cuando se quiere formar el compromiso colectivo y entender cómo era la vida del Ecuador de principios del siglo XX.