Ha pasado un año desde la muerte del soldado Jacinto Cortez. Ayer su madre, Mariana Jhayya, lo recordó con un llanto profuso.
Lloró durante la misa que el presidente Rafael Correa ofreció en la Catedral Metropolitana, en honor de los cinco fallecidos durante la revuelta policial del 30-S.
Una servilleta blanca fue su consuelo cuando se recordaba el nombre su hijo. Mariana Jhayya estuvo acompañada de las dos personas que la han apoyado durante este trágico año. Ella, su nuera y su hermano se ubicaron en la primera banca de la nave donde monseñor René Coba celebró la misa. En la banca contigua estaba Correa, quien saludó con el ministro del Interior, José Serrano, el secretario particular Gustavo Jalkh, y el presidente de la Legislatura, Fernando Cordero.
Se había anunciado que este acto era una invitación para funcionarios del Gobierno y asambleístas del bloque de A. País. Pero la presencia de la familia de Cortez, así como de Iván Jiménez, hermano del policía Froilán, también caído el 30-S, volvieron más emotivo este acto espiritual.
Al momento de la paz, Correa se acercó a los familiares de los fallecidos. Mariana Jhayya lo abrazó con fuerza; luego consoló a los otros deudos. El resto de funcionarios, así como los miembros de las cúpulas militar y policial, permanecieron en sus asientos.
Para la liturgia de la palabra, Coba eligió lecturas sobre la muerte cristiana. El clérigo también hizo “un llamado a la paz y al diálogo para que estos hechos no vuelvan a ocurrir”. Dijo que en el 30-S, se irrespetó la integridad de los ciudadanos, del Presidente y que la democracia estuvo en riesgo.
La seguridad presidencial blindó la Plaza Grande. La puerta de la Catedral estaba rodeada de militares y agentes de seguridad. A la salida Correa ni siquiera podía caminar con facilidad por la cantidad de uniformados, periodistas y ciudadanos.
Los familiares de los caídos fueron los últimos en dejar la capilla. Mariana Jhayya estaba inconsolable. “Ya no quiero hablar ni del Gobierno, ni de nada, ha sido un año entero de dolor”. Iván Jiménez, más sereno, dijo esperar que “poco a poco se haga justicia”.
Las denuncias de Correa
Antes de la misa, el Presidente fue entrevistado en Radio Pública. Insistiendo en la tesis del intento fallido de golpe de Estado, Correa no solo reconoció que él ignoraba el “descontento” que tenía la Policía hacia él.
Luego responsabilizó a la prensa privada de querer confundir y presionar para que haya impunidad. Aunque dijo que no dudaba del ex fiscal Washington Pesántez, advirtió que no se hizo lo suficiente en las investigaciones.
El Presidente justificó una vez más haber dispuesto la cadena de radio y televisión ininterrumpida ese día, pues dijo que hubo “periodistas irresponsables” que intentaron sembrar el caos. “Si no hubiéramos tomado esa decisión probablemente no estaríamos aquí el día de hoy”.
Correa dijo que no tiene las suficientes pruebas duras, aunque sí datos, para sostener que el ex presidente Lucio Gutiérrez, estuvo detrás de los hechos del 30-S.