En las últimas semanas, el Parlamento Andino ha ganado notoriedad en el escenario público por los problemas en torno a la elección del nuevo rector de la Universidad Andina, su logro más emblemático. Sin embargo, al ser un organismo supranacional poco se habla de su relevancia en la realidad nacional o regional.
La entidad fue creada hace 35 años con el objetivo de promover la integración entre los países andinos: Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia, y Chile que se unió hace 12. Forma parte del Sistema Andino de Integración y su sede está ubicada en Bogotá.
Cada país cuenta con cinco representantes, elegidos por votación popular o designados por el Congreso. En Ecuador, cuatro de los cinco son de Alianza País y del Partido Socialista. Uno es de Creo.
Su estructura es similar a la de la Asamblea Nacional.
El organismo está conformado por el Pleno, la Mesa Directiva, cinco comisiones y la Secretaría General. La mesa directiva, a su vez, cuenta con presidente; los vicepresidentes, uno por cada país; y el secretario.
Al ser un organismo regional cuenta con sedes en cada país, donde sus parlamentarios tienen sus oficinas y sesionan una vez a la semana para discutir los temas de la agenda o presentar propuestas. Una vez al mes son todos convocados a la matriz en Bogotá, para las sesiones plenarias, que pueden durar entre uno o tres días.
Los gastos de cada sede nacional y sus parlamentarios corren por cada país, que también debe desembolsar USD 50 000 anuales para la matriz. Legalmente tienen las mismas inmunidades y privilegios que los legisladores de sus países y que los agentes diplomáticos en los estados miembro.
En el caso de Ecuador, el presupuesto para la sede local del Parlamento este año es de USD 1 889 941. En el edificio de cuatro pisos, ubicado en el norte de Quito, trabajan 51 personas, entre directores, personal administrativo, el secretario, los parlamentarios y sus asesores y auxiliares, respectivamente cuatro y dos en cada caso.
Cada parlamentario gana mensualmente USD 5 009, como los asambleístas.
Ya en la práctica, el Parlamento Andino se dedica a trabajar por la integración regional y elaborar marcos normativos, muy similar a cualquier congreso. La diferencia clave radica en que sus decisiones no son vinculantes para los estados miembro.
Pedro de la Cruz, parlamentario por AP y el Partido Socialista, acepta que el trabajo conseguido por el organismo puede quedar en letra muerta si el Ejecutivo o Legislativo de cada país no acoge sus normativas y las inserta en el sistema jurídico nacional.
Es por esto que en septiembre del 2013 los cancilleres decidieron disolver el Parlamento e iniciar una reingeniería del sistema andino para instaurar uno mayor solo con la Unasur.
El argumento fue un informe realizado por Cepal y la Fundación Getulio Vargas, que evaluaron el trabajo del organismo. El resultado no fue favorable, ya que se reveló que, en ese entonces, el impacto regional era bajo y su producción ineficiente.
Sin embargo, la sugerencia del estudio fue que se le otorguen mayores atribuciones y se lo fortalezca.
Dos años después, el Parlamento se mantiene. Uno de los impulsores de la disolución del Parlamento fue Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, quien tuvo apoyo del Gobierno ecuatoriano.
No obstante, un año después el mismo Mandatario envió una carta de felicitación al organismo por su desempeño, recuerda Roberto Gómez, parlamentario por Creo. Agrega que la institucionalidad y el desempeño han mejorado en este último período. Según él, no porque no sean vinculantes deben dejar de trabajar, ya que les queda la opción de convencer a los gobiernos.
Otro aspecto que lo diferencia de los congresos es que las bancadas políticas en el Pleno no tienen mayores diferencias. De la Cruz explica que primero el debate de las propuestas se hace en la sede local para buscar consensos y después se lo lleva al pleno, donde empieza la negociación para aprobarlo.
Gómez coincide en que la camiseta partidista no tiene sentido en un organismo de este nivel, ya que los representantes tienen como objetivo fomentar la integración regional y a la vez velar por lo que les conviene a sus países.
Entre los logros palpables del Parlamento están la Universidad Andina, el pasaporte y la cédula andinos.
El año pasado se aprobaron los marcos de Energías Sostenibles, Movilidad Humana, de Preservación del Patrimonio Cultural, sobre Cambio Climático.
Para este año, según la vicepresidenta Cecilia Castro, el plan de acción incluye temas para normar procesos como la armonización legislativa sobre soberanía alimentaria, liberar a la región de semillas y cultivos transgénicos, reconocer y homologar los títulos universitarios, normar el turismo comunitario, proteger los recursos genéticos y conocimientos tradicionales.
En contexto
El Parlamento Andino ha recobrado protagonismo en los últimos meses, luego de que en noviembre del 2015 desconoció la designación de César Montaño como rector de la Universidad Andina. Lo hizo en el marco del período ordinario de sesiones del grupo.