La autorregulación de la prensa a través de la creación de un código de procedimientos fue el tema central del seminario La ética en tiempos de crisis, que concluyó ayer en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB).
En el panel sobre la importancia de los códigos de ética participaron Javier Darío Restrepo, catedrático colombiano; Rosa María Alfaro, directora de la organización La Calandria (Perú); César Ricaurte, de Fundamedios, y Rubén Darío Buitrón, coordinador de Opinión de EL COMERCIO. El moderador fue Paúl Mena, corresponsal de la BBC.
El debate, que también giró en torno a la construcción de la nueva Ley de Comunicación, tuvo puntos de vista convergentes.
Los panelistas coincidieron en que la mejor regulación del trabajo periodístico no solo está en la aplicación de los códigos de ética sino en la manera como se concibe el ejercicio periodístico.
Para Restrepo, un código de ética no es la solución para lograr un ejercicio periodístico transparente, pues, como toda herramienta, su uso puede ser con fines positivos o negativos.
Una prueba de ello, dijo, es que si bien en los manuales de ética se refleja cierto proceder moral y profesional de quienes lo crearon, eso no significa que todos los que están bajo esa norma sean éticos.
La ética, para Restrepo, más que un código es una visión de la vida, por tanto, nadie puede imponer a un periodista un código si el periodista es consciente de su rol.
Rubén Darío Buitrón suscribió lo que dijo Restrepo y añadió que la ética del periodista va mucho más allá de cumplir un código.
A su juicio, la complejidad del oficio se refleja en que un poder que no respeta la discrepancia demande del periodista excelencia y ética a toda prueba.
Dijo que casi todos los medios cuentan con un código de ética, pero si bien este es un instrumento básico, lo importante es la actitud del periodista frente a los hechos que debe contar.
Expresó que no debemos aceptar que se pretenda imponernos una Ley desde un poder cuyo manejo de los medios bajo su control es antiético y sesgado.
Rosa María Alfaro sugirió que los códigos de ética y la Ley se construyan a través de un trabajo colectivo entre la prensa, la ciudadanía y las autoridades.
Citó el caso de su país, en el que tuvo un rol protagónico el trabajo colectivo. “Comenzamos con una Ley de Participación que permitió a la gente y a expertos presentar sus propuestas para crear un código de ética. 86 000 personas participaron en ese proceso”.