Julio César Trujillo advierte que el Ecuador vive un “caos judicial” y opina que “la intromisión del Ejecutivo en la Función Judicial es un hecho incalificable”.
¿Usted votó por Rafael Correa en las elecciones presidenciales del 2006?
En la primera vuelta voté por Luis Macas, el candidato de Pachakutik. En la segunda vuelta sí voté por Rafael Correa.
¿Votó confiado en que Correa era símbolo de cambio?
Confiando además en su personalidad fuerte y creyendo, además, que su formación académica era muy alta.
¿Y en su honestidad?
Particularmente creía y quiero seguir creyendo en su honradez personal.
¿Por qué hace énfasis en lo de “honradez personal”?
Porque no creo que el equipo que le rodea al Presidente sea igualmente honrado.
Entonces, ¿el Presidente está equivocado?
Sí.
¿Falló Correa al escoger a su equipo de confianza?
Al menos la mayoría de su equipo no creo que sea honesto, ni siquiera creo que ese equipo esté comprometido con el proyecto con el que inició Rafael Correa su Gobierno.
Pero ha ido renovando su equipo. ¿Eso es malo?
Los que fueron incorporados después y este rato están en el poder tratan de conservarse allí porque les ha ido bien.
¿Ellos le hacen daño a Correa y, por tanto, al país?
Creo que le desviaron de su proyecto original.
¿Y ese desvío del que usted habla incide en lo que pasa ahora en el país?
Fue muy claro el proyecto de transformación que ofreció el presidente Rafael Correa, pero ahora ya no puede cumplirlo.
Por ejemplo, ¿la transformación radical de la justicia?
No es solo que la justicia no esté transformándose, sino que se ha deteriorado a tal grado que en mi larga vida no recuerdo haber vivido el grado de descomposición que ahora vivimos.
¿Tanto así?
Por supuesto. Y es tan grave que, desgraciadamente, afecta desde la cúspide hasta la base.
¿Cómo se expresa eso?
En la opinión y percepción que tienen los ciudadanos sobre la administración de la función judicial.Yo, personalmente, no puedo decir que haya tenido que pagar a jueces para ganar los procesos que he ganado, que no son pocos, pero este parecer mío no es compartido por la mayoría de los colegas abogados.
Usted dice que no recuerda haber vivido tanta descomposición de la justicia. ¿Cuál es el grado de responsabilidad que tiene el Gobierno en esta situación?
Es grande, muy grande su responsabilidad…
¿Por qué?
Primero porque no tomó medidas oportunas que pudo haberlas tomado para conservar por lo menos el nivel que tenía la función judicial y, muy particularmente, la entonces Corte Suprema. Luego, me parece que todo terminó de dañarse con el régimen de transición.
Pero, ¿no le parece que si hubiera intervenido el Gobierno se le hubiera acusado de intromisión en la justicia?
Sí, pero el Gobierno tenía la responsabilidad de hacer funcionar a la justicia.
¿Cómo podía hacerlo?
La tenía que hacer funcionar. Esa es la responsabilidad y la habilidad que debe tener un gobernante: persuadir a la gente y a los ciudadanos para que colaboren en esas tareas que son transcendentales porque justifican, entre otras cosas, la misma razón de ser del Estado.
¿No fue ese el objetivo de la consulta popular del pasado 7 de mayo?
Yo no creo que la consulta tuvo razón de ser. Esa consulta se llevó a cabo con violación de la Constitución, pero, al final, no nos queda más que acatar los resultados. Sin embargo, en la respuesta a la consulta creo que hay que hacer una serie de distinciones.
¿Como cuáles?
Yo no soy sociólogo, pero de mis limitados conocimientos podría decir que en el Sí hay que tomar en cuenta que algunos votaron simplemente porque Correa lo dijo, son los correístas a muerte que hasta cuando Correa se equivoca, se equivoca bien…
¿Qué otro grupo apoyó a Correa en la consulta?
Un sector bien grande de la derecha que cree con Correa que la delincuencia se combate con medidas duras, agravando las penas y haciendo más riguroso el trato que se debe dar a los inculpados de alguna infracción.
Pero se supone que la derecha está contra Correa…
La derecha no necesitó hacer una campaña por el Sí, porque estaba ideológicamente a favor de esa propuesta.
¿La derecha no hizo campaña pero votó por el Sí?
Votó por el Sí porque ideológicamente estaba de acuerdo, aunque como no quieren a Correa no podían respaldarlo. Eso fue todo.
Y ahora el Gobierno promete y ofrece que en 18 meses hará el “cambio radical de la justicia”…
Durante la campaña sostuve que no sería posible hacer ese cambio en un plazo tan corto. Ahora estoy más convencido de que no será posible.
¿No es muy pesimista?
Hay razones concretas. Primero, no tenemos jueces con formación, porque nuestras universidades no forman jueces. La función del juez es una especialización de la abogacía que requiere formación y esa formación está ausente de nuestras aulas universitarias .
¿Y el código de la función judicial?
El código prevé la formación de la escuela de jueces, pero se dictaron la ley y el código orgánico hace muchísimo tiempo y no se ha hecho nada…
Entonces, ¿será imposible hacer esa reforma radical?
En 18 meses será imposible.
Cuando usted habla de que no recuerda haber vivido tanta descomposición en la justicia, ¿ tiene que ver con la decisión oficial de mandar a la Policía a cercar el Consejo de la Judicatura?
Ese cerco de la Policía fue un acto realmente incalificable de intromisión del poder Ejecutivo la función judicial.
¿Por qué?
Porque para que intervenga la Policía en cuestiones que atañen a la función judicial solo puede hacerlo cuando lo ordenan los órganos de la función judicial. En esta materia, la Policía está subordinada a la función judicial.
Es decir, un ministro no podía dar esa orden…
Peor si es ministro de la Política, no de la justicia.
Pero lo hicieron. ¿Por qué? ¿Qué mensaje quieren dar?
No sé el mensaje que quieran dar, pero esos actos amedrentan a los jueces y, quiéranlo o no, los ciudadanos percibimos que jueces amedrentados no pueden menos que fallar a gusto del Ejecutivo.
¿Por qué el Ejecutivo lo quiere de esa manera?
No estamos juzgando al Presidente por su conciencia sino por sus actos, por lo que hace y su repercusión social. En ese contexto, los jueces amedrentados no pueden más que darle gusto al Presidente. Y eso no es justicia.
¿Aunque el Presidente diga que él no tiene nada que ver?
Aunque no lo quiera, pero con sus actos termina haciéndolo.
¿Es una situación parecida a la del período de Febres Cordero, cuando se intervenía en la justicia?
Quizás sí, pero con una diferencia: la intervención arbitraria y torpe de Febres Cordero en la justicia la hizo a través de un hombre inteligente que era el ministro Robles Plaza, pero esta vez no podemos decir lo mismo…
¿Qué es lo que se viene para el país? ¿El peligro de que el poder ejecutivo incida en las decisiones jurídicas?
Más allá de que incida en las decisiones de los jueces -porque es lo que va a ocurrir en los asuntos que interesan al Ejecutivo-, ellos tratarán de darle gusto y no en asuntos de poca importancia.
¿Y en otro tipo de litigios?
En los litigios entre particulares no habrá mucha incidencia, aunque puede ser que allegados al Gobierno influyan para amedrentar a los jueces y obtener lo que convenga a sus intereses aunque no estén respaldados ni en el derecho ni en la justicia.
¿Estamos hablando de un caos jurídico?
Un caos no solo jurídico sino administrativo. Un caos que puede terminar en que la función judicial no pueda cumplir su rol y ahí sí haga falta una intromisión que corte por la raíz todo ese caos . Y a lo mejor el mismo Correa no pueda componer ese caos.
Pero se suponía que todo cambiaría con una nueva Constitución y con un presidente con liderazgo…
Justamente ese es el problema. Los ecuatorianos necesitamos un liderazgo vigoroso para conducir al país a los grandes objetivos.
¿Correa tiene ese liderazgo vigoroso?
Es una persona vigorosa y fuerte, pero no tiene un norte al cual conducir al país.
¿Cuándo perdió el norte?
Cuando lo dejó en manos de algunos colaboradores que no creo que compartan sus objetivos. En el juego interno seguramente Correa aspira a hacerlo, pero sus actos no se encaminan a la consecución de los objetivos de los ecuatorianos. Por eso hay muchos ecuatorianos que quieren abandonar el país, porque aquí no encuentran las condiciones para vivir decentemente.
Entonces, ¿al Ecuador le hace falta un líder?
Tiene un líder, pero le hace falta un estadista.
¿Cuál es la diferencia?
El estadista conduce a todos, no solo a sus partidarios sino también a sus adversarios. Hace falta una gran capacidad de estadista para manejar un país.
¿Cómo define usted a un estadista?
Estadista es aquel que sabe consensuar los intereses contrapuestos, inevitables en una sociedad plural. El estadista sabe conciliar eso y hacer cosas que no dejan 100% satisfechos ni al uno ni al otro en el máximo de sus aspiraciones, pero que sí les deja satisfechos en cuanto a la forma de resolver los problemas y les permite marchar juntos hacia el mismo objetivo. Eso es un estadista.
¿El Ecuador no tiene un estadista en este momento?
Al Ecuador siempre le ha faltado un estadista. Hemos tenido grandes caudillos, pero no estadistas. El estadista es el gran conductor de toda la sociedad, es la persona que guía y lleva a todos los ciudadanos a la conquista de los grandes objetivos nacionales.
¿Correa es un estadista?
Le falta la serenidad y le falta el compromiso no solo emotivo sino mental con el Ecuador.
HOJA DE VIDA
Julio César Trujillo
Su carrera. Abogado y constitucionalista, especializado en Derecho laboral, administrativo y civil.
Su trayectoria. Fue candidato a la Presidencia de la República en 1984. Cinco veces elegido diputado. La última vez en representación de Pachakutik, partido de representación indígena.
Su vida. Nació hace 80 años en Imbabura. Atribuye su salud y lucidez a la práctica deportiva (seleccionado de básquetbol y campeón de salto largo). Es casado.