El problema no es que sean o no pésimos comediantes. Tampoco que la pareja gane mensualmente algo así como USD 14 000 o más por presentarse una vez a la semana en las sabatinas, o que su trabajo sea propio más bien de un par de bufones que tienen que hacer reír al monarca y su corte que de auténticos cómicos.
Ese no es el problema. Aquí lo grave es que los de Lenguanoticia (la mejor agencia de prensa como dice sonrisita-fingida-de-por-medio el presidente candidato) y su espectáculo de “bullyin” político sea financiado con la plata de todos y cada uno de los ecuatorianos. Incluso de aquellos que son burlados y ridiculizados por haber cometido el delito de no comulgar con el monarca y su corte.
También es grave que ese dinero, que puede ser mucho o poco, sea utilizado para algo que ningún marco legal conocido lo permite porque en derecho público solo se puede hacer lo que la ley lo autoriza, y entre esas cosas no consta la ridiculización y el descrédito público de los ecuatorianos, aunque estos sean un puñado de despistados corruptos.
Pero el verdadero problema, independientemente de que con dinero público se ridiculice a ecuatorianos, es que en el Ecuador no haya nadie que vele para que esos fondos sean utilizado como manda la ley y, sobre todo, la ética.
El problema es que cuando alguien destapa estos pagos la reacción social no pase de unos pocos tuits indignados y que, más bien, sea el quemeimportismo lo que domine el paisaje de la opinión pública. El verdadero problema es el estado del país.