Que Julián Assange dijo que el Ecuador era un país “insignificante”… Que sus declaraciones fueron descontextualizadas por la prensa local e internacional….
Como sucede a menudo, la discusión sobre un hecho político se queda a la anecdótica comparación de versiones que nunca llegarán a una posición concluyente. Es lo que ocurrió con la última entrevista a la CNN que dio Julián Assange, el ‘hacker’ australiano que está asilado en la Embajada ecuatoriana en Londres (Reino Unido), desde junio pasado, por decisión del Gobierno de Quito.
A medida que la entrevista, conducida por Erin Burnett, se tornaba cuestionadora, el pirata informático, que se hizo famoso por la publicación de cables secretos del Departamento de Estado de EE.UU., en Wikileaks, se enredó en sus respuestas, poniendo a la misión diplomática que lo aloja y al Gobierno ecuatoriano que le concedió el asilo en una situación bastante incómoda.
Fue cuando la entrevistadora le pidió a Assange que se pronunciara sobre la situación de la libertad de prensa en Ecuador. El ‘hacker’ se mostró reacio al momento de responder la interrogante.
Ante la falta de respuesta, la entrevistadora le citó un pasaje de un reporte del Comité de Protección de los Periodistas (CPJ), que señala que “en menos de cinco años Rafael Correa volvió a Ecuador en uno de los países más restrictivos para la prensa”.
Assange respondió que en el mundo hay problemas mucho más importantes, pero ante la insistencia de la periodista acabó diciendo: “Ecuador es insignificante”. Burnett -sorprendida- le recordó que el Ecuador evitó que fuera a parar a la cárcel.
En ese momento, Assange agregó: “(Ecuador) es muy importante para mí y su gente ha sido muy generosa conmigo, pero no es un actor mundial importante”.
¿Cuál es la trascendencia de estas declaraciones? Todo depende del enfoque con el cual se las interprete. Es posible que sus palabras hayan ido más allá de los conceptos. De hecho, la organización Wikileaks y el juez Baltasar Garzón, que lo defiende en su proceso legal, han advertido que las palabras de Assange fueron sacadas de contexto. Para quienes lo defienden, lo que el ‘hacker’ pretendió decir es que Ecuador no era significante en cuanto a la pregunta formulada por Burnett, sobre la situación de la libertad de prensa, pues el motivo de la entrevista era la publicación de su reciente obra ‘Cypherpunks: La libertad y el futuro de la Internet’.
Esta posición puede tener asidero en el hecho de que pretender traducir una entrevista del inglés al español, en un sentido literal, puede causar algunas confusiones e imprecisiones.
Pero lejos de medir el alcance de esta declaración, hay al menos tres puntos que vuelven polémico al pirata informático Assange.
El primero tiene que ver con el doble estándar con el que el australiano mira la situación de la libertad de prensa en Ecuador. Su causa, la del ‘hacker’ que publicó información estadounidense obtenida por un militar de ese país de forma ilegal, para él es un ejemplo de la lucha por defender la libertad de expresión.
En cambio, los reportes del CPJ, que hablan del deterioro de las condiciones para ejercer el periodismo independiente en Ecuador, sí resultan “pequeñas cosas”. ¿La libertad de expresión se defiende en unos casos y no en otros, cuando los acusados son los gobiernos amigos? ¿La lucha por la vigencia de los derechos humanos toma importancia cuando se la da en el Primer Mundo y no en los países periféricos?
El segundo punto tiene que ver con la espectacularización de la diplomacia ecuatoriana, donde Assange es su pieza central. A sabiendas de que en un asilo diplomático, como el concedido por Ecuador, sugiere que quien se beneficia de él haga de la prudencia la norma de conducta, esto no ha ocurrido. El ex canciller Francisco Carrión así lo deja entrever.
Desde que está formalmente asilado, Assange ha dado cuanta entrevista le ha sido posible para contar su verdad, dejando de lado las condiciones y recaudos, al menos sobreentendidas, que él y la legación diplomática ecuatoriana debían haber tomado.
Por esa razón, las declaraciones a la CNN incomodaron a un país que, por decisión gubernamental y para brillar mediáticamente en el mundo, se jugó por su causa, poniendo en aprietos a la diplomacia británica que en un determinado momento barajó la posibilidad de capturarlo. ¿Las gestiones diplomáticas a su favor eran las propias de un país pequeño?
El tercer punto de polémica tiene que ver con el silencio del Gobierno de Ecuador frente a una metida de pata. Hasta el cierre de esta edición no había un pronunciamiento oficial. Solo el Presidente, en su cuenta de twitter, le dijo a un internauta que no haga caso a la prensa. Sin duda se trata de un hecho poco usual en un Régimen acostumbrado a dar batallas desde el terreno mediático, más aún cuando la ‘soberanía’ es un tema políticamente rentable.
Como Assange es amigo de la revolución ciudadana, el discurso oficial se mantendrá en que la entrevista fue sacada de contexto.
Quién es: Activista australiano que se hizo conocer por publicar los cables secretos del Departamento del Estado de EE.UU. en Wikileaks. Tiene una demanda en Suecia por presuntos delitos sexuales.
Qué hizo: Ha estado cinco meses refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres para evitar que ese Gobierno lo extradite a Suecia. En junio Ecuador lo asiló formalmente. Desde esa legación da entrevistas.
Qué dijo:“Ecuador es insignificante”, señaló en una respuesta a la CNN. Luego añadió: “(Ecuador) es muy importante para mí y su gente ha sido muy generosa conmigo, pero no es un actor mundial importante”.