Ralph Suástegui, coordinador nacional de Creo, en una reunión de jóvenes de Creo. Foto: El Comercio
Apenas 13,4% de cargos de elección popular fue ocupado por un joven -de hasta 29 años- en las últimas elecciones (2014). Esto según los registro del Consejo Nacional Electoral (CNE).
El Gobierno había establecido como meta del Plan Nacional de Buen Vivir lograr el 15% de participación de jóvenes en estas plazas para el 2013. Pero ese año incluso fue menor. Llegó al 5,6%.
Es un indicador de los problemas que deben enfrentar los jóvenes para poder acceder a esos espacios de decisión. Por eso sienten que es urgente una renovación generacional en el liderazgo político. Es una de las conclusiones de la última encuesta de Cedatos que se aplicó en julio, con una muestra de 2 120 casos.
Pero ese cambio no es fácil de lograr en las organizaciones políticas formales. En los últimos 10 años de gobierno de Rafael Correa, por ejemplo, Alianza País ha hecho que los colectivos trabajen en función de un líder carismático y fuerte, “pero no en la conformación de nuevos cuadros”, según Sebastián Mantilla, director del Centro Latinoamericano de Estudios Políticos.
Jorge Miño, director del Frente Juvenil País (JP), reconoce que la presencia de cuadros antiguos en ciertos territorios es un punto crítico de AP, porque dificulta los nuevos procesos juveniles.
El trabajo con ese sector se ha enfocado, agrega, en recuperar la memoria histórica del país a través de charlas, encuentros, campamentos, foros, etc. Hay 61 000 jóvenes carnetizados en esa tienda.
El desinterés de los jóvenes en la política formal es otro problema que ha dificultado su adhesión. “El modelo tradicional de política en el país se lo relaciona con la corrupción”, comenta Sebastián Ibarra, director de las Juventudes de Izquierda Democrática (ID).
En la Primera Encuesta Nacional sobre Jóvenes y Participación Política en el Ecuador (ENPJ, 2011), realizada a 4 249 jóvenes, se detalla que al 55% les interesa poco o nada la política nacional. No quieren ser parte de un partido oficial.
Su participación está en otros espacios más vinculados al voluntariado, trabajo social, defensa de derechos, etc.
La Ley de la Juventud considera joven a todas las personas de entre los 18 y 29 años de edad. Lo que para el Partido Social Cristiano (PSC) es algo solo referencial. Sus cuadros principales no necesariamente están en ese rango de edad. Gabriel Galán, por ejemplo, tiene 35 años. Es uno de los líderes de la Cantera 6; el brazo joven del PSC.
Dice que su partido ya no es el de antes, cuando las cabezas eran tradicionales. Y añade que la formación política y liderazgo ha permitido que los jóvenes de generaciones pasadas escalen posiciones.
Cita los casos de Vicente Taiano (presidente provincial del Guayas del PSC), Josué Sánchez (concejal de Guayaquil) y Jan Carlo Parra (director provincial de juventudes de Pichincha). Aunque quienes están al frente son políticos experimentados, como Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, y Cynthia Viteri, que es la presidencial del PSC.
Lo mismo pasa en la Izquierda Democrática. La tienda fortaleció su campaña de recolección de firmas para volver a la vida política con la presencia de figuras como Rodrigo Borja y Paco Moncayo. En el caso de Creo, el referente principal es Guillermo Lasso.
Sin embargo, Raphl Suástegui, coordinador nacional de juventudes de Creo, dice que su partido quiere romper con el modelo tradicional de izquierda, derecha o de centro. Así se busca atraer más apoyo juvenil. Al momento hay 10 000 adherentes jóvenes.
Para Mantilla incorporar a los jóvenes en las organizaciones fortalece la “democracia interna”. Y su voto será importante en el 2017. Representan el 35% del padrón electoral. Entre los temas sensibles del sector, agrega, están el acceso a la educación y el desempleo. En el 2015, la tasa de desempleo urbano fue 12% entre 15 a 24 años, según el INEC.