Lo primero que hicieron fue llamar por teléfono. Cansados, a las 14:00 de ayer, el mayor Edwin Cando y el cabo Jorge Valenzuela informaban a sus familiares que fueron liberados.Lo hicieron desde el estadio de la comunidad de Huaycopungo, en Otavalo. Ahí, los dirigentes de la Federación de Indígenas y Campesinos de la Sierra Norte (FICI) y el comandante de Policía, Fernando Zárate, acordaron hacer un ‘canje de prisioneros’. Los campesinos imbabureños entregaron a Cando y a Valenzuela. También al cabo Lauro Morales y al policía Fausto Navarro, que fueron retenidos por manifestantes de la comunidad de Calpaquí. A cambio, los uniformados liberaron a Luis Fonte y a Narciso Calero. Los dos campesinos fueron apresados la noche del miércoles, en un confuso incidente durante las protestas por la Ley de Aguas.Al estilo de los conflictos armados, la Policía y los indígenas realizaron el intercambio de detenidos. El incidente reunió a los líderes de los manifestantes y a los jefes policiales. Ellos negociaron desde las 08:00 hasta las 13:25 en la parroquia de San Rafael. El ambiente era tenso por la presencia de miles de indígenas, con piedras y metales en las manos. Se mostraban amenazantes.El comandante Zárate llegó acompañado de 12 policías del GOE. Arribaron en dos camionetas. Los dirigentes indígenas habían viajado en la madrugada. Marco Guatemal, presidente de la FICI, lideraba a los manifestantes. Tras varias horas de discursos en quichua y reuniones entre los presidentes de las 82 comunidades de esta organización se llegó a un acuerdo. Las dos partes entregarían a los retenidos. Caminaron 1 kilómetro hasta el estadio de Huaycopungo. Guatemal dictaba por su celular detalles para la elaboración de un acta que garantice el trámite. Alrededor del estadio estuvieron miles de indígenas que gritaban contra la Ley de Aguas y a favor del paro indígena. Miguel Tocagón, a nombre de la Unión de San Rafael, dio la bienvenida. Hablaba a través de un altoparlante. Luego dio la palabra a Manuel Anrango, dirigente de Calpaquí. Al igual que los otros líderes, prefirió hablar en quichua, para despistar a policías y a periodistas. También asistieron seis voluntarios de la Cruz Roja. Según Jaime Alarcón, llegaron por pedido de la Conaie y la Policía. Tras la firma del acta, los cuatro uniformados y los dos campesinos fueron liberados. Zoila Fonte ortigó a su hermano Luis para que no volviera a la cárcel.