¿Qué factores explican que la mayoría de presidenciales se enfoque en recorridos y propuestas, sin vincular la campaña con temas actuales como el caso Pedro Delgado?
Los presidenciales y una buena cantidad de postulantes a la Asamblea solo están preocupados de las formas: cómo se visten, cómo saludan, pero no del contenido. El país vive un drama terrible: la impregnación de la corrupción. Es lamentable que los candidatos casi no hablen del estado de putrefacción que hay.
¿Qué motivos llevan a ese tipo de campaña?
Es común que los consultores recomienden no hablar de estos temas, sino priorizar propuestas positivas que calen en el electorado. Pero eso es una equivocación.
¿Por qué?
Difundir propuestas que pueden ser interesantes al bienestar de la gente es limitado en un Estado en que el Presidente domina un grupo de medios públicos e incautados, que difunden su propaganda y que distorsionan la de los contrarios.
Pero quedan los medios independientes al Régimen.
En un sector de los medios privados se ha impuesto la autocensura. Incluso la ley deja abierta la posibilidad de que se sancione a un medio si se habla de actos de corrupción de un candidato.
¿Esas restricciones son la única razón para que no funcione una campaña de ideas?
También hay falta de experiencia de varios de los principales actores que no han estado en campañas anteriores. Ellos no entienden que el pueblo también está acostumbrado a la confrontación de personalidades. Y la tercera razón es que muchos candidatos tienen una actitud pusilánime y no se atreven a pelear con Rafael Correa por su poder e influencia…
¿No luce poco estratégico atacar a una figura que, según encuestas, es bien evaluada?
Eso pudo ser cierto hace poco, cuando la candidatura de Correa parecería imbatible. Pero en las últimas semanas ha quedado en evidencia que en el Gobierno no solo hay actos de corrupción, sino que hay protección a los funcionarios que los protagonizan. Esta percepción debiera ser aprovechada por los candidatos para enfatizar y marcar la diferencia con el rumbo que debe tomar una nueva administración. Eso hace falta.
¿No será que la mayoría de la población valora más obras físicas y la entrega de bonos?
A la gente pobre sí le preocupa que enormes cantidades de dinero engrosen los bolsillos de funcionarios, cuando esos fondos pudieran ser invertidos en obras. Los candidatos deberían hacer un ejercicio pedagógico sobre los efectos reales de la corrupción. Seguramente a quienes no les preocupe la corrupción sean empresarios que, en este momento, hacen buenos negocios con el Estado.
Pero Lucio Gutiérrez sostenidamente recuerda casos de corrupción protagonizados durante el Régimen.
Hay que reconocer que él es un contrincante frontal en las formas. Sin embargo, no se pueden hacer permanentemente acusaciones sin que sean acompañadas por los documentos que las sustentan. Allí falla su estrategia electoral. Aunque tiene un voto oculto que puede dar sorpresas.
¿Y Guillermo Lasso?
Más allá de sus propuestas inteligentes e interesantes, debería ser mucho más frontal en su planteamiento de lucha contra la corrupción. En esta etapa debería mencionar con claridad los casos de corrupción del Gobierno.
¿Será que prefiere no hacerlo ante el temor de que el Gobierno distorsione su trayectoria, como su colaboración con Jamil Mahuad?
Ese no debería ser un factor de temor. Si Lasso ingresó a la contienda electoral debería saber que este no es un camino de rosas.
¿La corrupción debe ser el único tema de campaña?
Hay más cosas por hacer. Uno, develar la cantidad de mentiras sobre los supuestos éxitos del Gobierno. Solo hay que recorrer los hospitales públicos para ver las filas de personas que no son atendidas. Un caso parecido similar ocurre con la educación.
¿A Alberto Acosta, por ejemplo, no le puede costar criticar el tema educativo, cuando el MPD es su aliado?
Tenía mayores expectativas en su candidatura, por ser un hombre competente, honorable y con experiencia. Pero creo que su campaña lineal no ha generado expectativas. Entre otras razones, porque sus propuestas son propias de la izquierda de los años 60. Aunque creo que su mayor fortaleza es el prestigio de sus combativos candidatos a la Asamblea.
Con una campaña presidencial sin confrontación y dedicada a recorridos y propuestas, ¿quién saca ventaja?
El gran beneficiado de este estado de abulia en esta campaña es el Presidente. Más aún cuando maneja toda la logística del Estado y su grupo de medios. Sin embargo, creo que está preocupado.
¿Por qué?
Debe tener encuestas confiables que demuestren que el pueblo repudia que en su gobierno haya corrupción. Es posible que eso signifique un descenso en su caudal de votos, que permita una segunda vuelta donde la oposición se una.
¿No es ingenuo pensar en esa unidad, luego de que varios candidatos que compartían una misma tendencia política no pudieron unirse?
Lamentablemente no hubo resignación de aspiraciones y la sensibilidad para entender que en el país está en juego un régimen autoritario y su bienestar…
¿Qué desenlace electoral puede preverse si no cambia el rumbo de la campaña?
Habrá que ver lo que puede ocurrir en las próximas semanas de la campaña. Hay que evaluar si hay iniciativas para enfrentar con mayor firmeza al Presidente. Tampoco se pueden descartar factores exógenos, como los efectos que puede traer la denuncia de supuesto lavado de activos en el Pacific Nacional Bank de Miami, que está en manos del Estado.
En este escenario electoral, ¿hay el riesgo que de que el oficialismo sea mayoría en la próxima Asamblea?
Hay magníficos candidatos a la Asamblea, con estatura ética y profesional como César Montúfar, Betty Amores, Andrés Páez. El problema es que al existir una dispersión de candidaturas, los electores pueden votar por cada uno de ellos y no en plancha. Mientras que en Alianza País pesa la figura de su líder, que pide votar por toda su lista, sin importar quienes la integran. Con ello, podría lograr una gran cantidad de asambleístas.
¿Y por qué Ud., que destapó el caso del título falso de Delgado, no fue a la reelección ni apoya ninguna candidatura?
No hubo las propuestas adecuadas para que pueda optar por un nuevo período parlamentario. Creía que era indispensable que los candidatos no solo tengan una formación, sino probidad para pelear desde la Asamblea.
Hoja de vida
Enrique Herrería / Asambleísta opositor
Su trayectoria. Jurista guayaquileño. Ex militante de la Izquierda Democrática. Fue vocal del Tribunal Constitucional. Llegó a la Asamblea por el movimiento Madera de Guerrero, pero se desafilió.
Su punto de vista. Señala que es un error que los candidatos a la Presidencia de la República no traten con claridad temas incómodos para el Gobierno, como los casos de supuesta corrupción.
“Muchos candidatos tienen una actitud pusilánime y no se atreven a pelear con Rafael Correa por su poder e influencia”.