La fachada de la central de la Juventud Revolucionaria de Alianza País (JRAP), ubicada en el centro de Guayaquil, está pintada de verde oficialista. En contraste, sobre sus paredes interiores, se mezclan varios colores fuertes que componen los grafitis que fueron realizados por miembros de Diabluma.
Una mano gigante con los dedos manchados de amarillo, rojo, blanco, café y verde da la bienvenida al visitante. El llamado “puño de América Latina” muestra una de las coincidencias entre ambas agrupaciones con el discurso del actual Régimen.
Aparte de compartir la sede, sus estrechos lazos se pusieron en evidencia cuando tramitaron la acción de protección contra la instalación del monumento del ex presidente León Febres Cordero frente al barrio patrimonial Las Peñas. Juan Ávila, director de Diabluma Guayaquil, y Juan José Guamán, entonces vocero nacional de JRAP, firmaban todos los documentos judiciales.
El caso, que inició el 31 de enero pasado, acabó dándoles la razón a los grupos de izquierda. El 9 de octubre anterior, durante la fiesta de la independencia del Puerto Principal, la II Sala Civil del Guayas puso dos condiciones para la instalación del busto de cinco metros: que no esté dentro del “área protegida” y que haya un estudio estético previo que tome en cuenta sus características.
Para Ávila ese fue “un triunfo” de la organización que lleva cinco años en Guayaquil. El dirigente sostuvo que también se han opuesto al lucro de la Fundación Metrovía, a los supuestos abusos de policías metropolitanos contra los vendedores informales -como también- a la manera como se ha manejado el proyecto Yasuní-ITT.
Según Andrés Roche, funcionario municipal, el papel de Diabluma en el Puerto Principal ha sido de “fastidiar a la ciudadanía e irrespetar el recuerdo de gratitud que tienen los guayaquileños hacia la memoria del ex alcalde León Febres Cordero que reconstruyó esta ciudad en lo físico y en lo moral”. El ex asambleísta de Madera de Guerrero, estuvo en la audiencia de primera instancia, el 15 de febrero pasado, donde miembros del colectivo fueron golpeados por simpatizantes del Cabildo. Desde ese día, Ávila posee resguardo policial, contó.
Guamán también tuvo escolta luego del incidente. El ex dirigente juvenil considera que, pese a las similitudes, Diabluma no es igual a organizaciones como JRAP.
“Diabluma es una agrupación de jóvenes de política participativa. Ellos no son como la mayoría de nosotros de política partidista”, expresó. Sin embargo, ambas agrupaciones apoyan la reelección del presidente Rafael Correa en las elecciones del 2013.
En la urbe porteña, Diabluma es menos radical que en Pichincha. Este Diario le preguntó a ocho de sus miembros si eran comunistas. Cinco respondieron que no, uno se autodefinió como socialista y el último como comunista liberal. Agregaron que tampoco es necesario ser roquero para formar parte de la agrupación.
Sin embargo, comparten con la matriz sus ideas a favor de la despenalización del consumo de drogas y del aborto.
Los grafitis que pintaron en las paredes interiores revelan las imágenes de sus líderes. Sobre un fondo rojo estaba el rostro del pensador socialista y activista revolucionario de origen alemán, Carlos Marx.
En la pared paralela, sobre un fondo turquesa, la cara del líder ruso que dirigió la revolución de octubre y creó el régimen comunista soviético, Vladimir Lenin.
También había un anuncio del concierto anual Wuankavilka Raymi 2012. En la parte baja de la impresión constaba el logotipo del Ministerio de Cultura, que les dio USD 6 000 para esa actividad. “El recibir un fondo estatal es un derecho de todos los ciudadanos”, argumentóÁvila.
En ese cuarto pintaron la cara de un diablo rojo con ojos negros y el rostro de un joven rodeado por la frase “ser joven y no ser rebelde es una contradicción”.
En otra sala de la villa de construcción mixta están retratados el ex presidente liberal Eloy Alfaro y el revolucionario marxista Ernesto Che Guevara.
El poder y el grupo
El asambleísta Paco Moncayo recuerda que en el 2007, durante su alcaldía, Felipe Ogaz ganó el premio Dolores Veintimilla de Galindo. “En mi gestión hablábamos de una cultura de paz, no de dividir entre quiteños. Los Diabluma fueron respetados. La peor tragedia es cuando un grupo llamado a interpelar a la ciudad se deja cooptar por el poder político. Nunca usé la estructura para que sean ‘moncayistas’”.
En el 2011, Diabluma no obtuvo recursos del Ministerio de Cultura, pero sí de la Cartera del Interior. Desde sus inicios han buscado recursos para el Quitu Raymi en el Municipio y Prefectura de Pichincha. En el 2009, Cultura les entregó USD 16 000. En el 2008: USD 7 500 y otros 16 000.