El aparato diplomático de Ecuador y Venezuela se alborota para organizar los denominados Encuentros Presidenciales. Es habitual que cada tres meses, los presidentes Rafael Correa y Hugo Chávez, de Venezuela, mantengan citas bilaterales.
Mañana, por tercera vez en dos años, Correa estará en Venezuela. Suscribirá convenios de cooperación y acuerdos de distinta materia. La última reunión que el Primer Mandatario mantuvo con Chávez fue el 26 de marzo de este año. En esa ocasión se suscribieron 16 convenios, de los 48 que se encuentran vigentes.
Ahora, la octava cita bilateral que se iniciará este martes, servirá para dar seguimiento a todos los acuerdos, especialmente aquellos que son parte de sectores estratégicos, como: energía, comercio, seguridad y defensa.
En la agenda se tiene previsto revisar el estado de avance de los proyectos y convenios suscritos. Sobre todo, los relacionados con seguridad social y cultura.
Sin embargo, hasta el momento, en el Ecuador no se ha difundido una rendición de cuentas del desarrollo de esos acuerdos, ni se han precisado los alcances y beneficios para el Estado.
Para el ex canciller Marcelo Fernández de Córdova, se deberían empezar a evaluar esos convenios y su verdadera importancia. “Qué utilidad práctica tienen para el país, porque van creando un marco de dependencia con Venezuela”.
Para un ex embajador, que pidió la reserva, si el índice de cumplimiento de los convenios es bajo, quiere decir que estas reuniones, en el fondo tienen una dosis de ‘propagandismo’ para empujar el proyecto político que impulsan ambos mandatarios.
La relación de Ecuador con Venezuela es tan próxima que se diferencia ampliamente de los lazos con otras naciones de la región. Por ejemplo, Correa nunca ha visitado Colombia y a Chile fue en una ocasión, luego del terremoto que azotó al país. La relación con Brasil y Argentina no es tan cercana, en comparación con la de Venezuela.
Las coincidencias ideológicas entre Correa y Chávez son evidentes. En sus discursos no dejan de lado las críticas al capitalismo y de evocar al “socialismo del siglo XXI”, que defienden. También insisten en que la crisis financiera internacional es culpa del neoliberalismo. Su posición frente a los medios de comunicación también es la misma y acusan a la prensa de ser parte de la oposición política.
Uno de los nexos claves con Venezuela es el canciller Ricardo Patiño, quien viajó a Caracas antes que llegue Correa. El funcionario ecuatoriano participa en la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe que se realiza en Caracas. En esa cita se debatirá sobre los avances en la creación de un bloque latinoamericano (al estilo de la OEA), pero que excluya a Estados Unidos y Canadá.
El embajador ecuatoriano en Caracas, Ramón Torres Galarza, reconoce la solidez de las relaciones entre los dos países.
“Con el pueblo venezolano tenemos afinidades políticas e ideológicas. Pero también tenemos diferencias. Nuestra diplomacia representa nuestra dignidad y soberanía”, sostuvo.
Para Torres, el discurso diplomático de Ecuador es el mismo para todos los países de la región y del continente.
En los últimos meses, la diplomacia ecuatoriana ha emprendido un acercamiento con los EE.UU. Esa relación era distante luego del ataque de Colombia a Sucumbíos. Eso reflejó en la cita que mantuvo Correa con la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, que ocurrió en junio y sirvió para hablar sobre las relaciones bilaterales.
El Presidente venezolano no desaprovechó la oportunidad para satirizar ese encuentro. Lo hizo en su intervención durante la cumbre de la Alba, en Otavalo, el pasado 26 de junio.
Como es habitual criticó a los Estados Unidos y en su discurso hizo una broma respecto a la visita de Clinton al Ecuador. “(…) Por aquí vi a la Secretaria de Estado, vino y se vistió de rojo rojito y Correa le cayó a besos”. Las risas del auditorio se presentaron, incluyendo a Correa.
Solo fue una broma, que fue tomada como una sutil crítica del Presidente venezolano, quien mantiene una relación distante con EE.UU. Pero Correa se quedó callado y no hizo alusión al principio de soberanía que impulsa el Presidente ecuatoriano.