Las autoridades gubernamentales han preferido hablar lo justo sobre el futuro de las relaciones con Colombia. Los resultados electorales del domingo, si se confirman en dos semanas, sitúan en la Presidencia de ese país a uno de los protagonistas del bombardeo a Angostura, no solo como ministro de Defensa sino como defensor de la extraterritorialidad para el combate al narcoterrorismo.
La posibilidad de un triunfo de Antanas Mockus levantaba entusiasmo en Carondelet: una Presidencia de ese corte era preferible a una de línea dura, incluso considerando la posibilidad de que alguien como Juan Manuel Santos puede ser factor de aglutinamiento interno. Pero al parecer, el argumento del enemigo externo, en este caso, no rinde muchos réditos en Ecuador.
Después de la pausa y el optimismo quedan otra vez el realismo y las prevenciones. Sobre el mensaje de Santos de que no reconoce enemigos en los países vecinos, el presidente Correa espera que los hechos ratifiquen los dichos. Mientras tanto, es posible que el juicio contra el ex Ministro pase a segundo plano.
Ecuador, como es lógico, mantiene la condición de que Colombia entregue la información sobre el ataque, para retomar el diálogo. Pero la diplomacia se verá forzada a ser más activa frente a una realidad que durará varios años.