Falleció en Quito Gil Barragán Romero a sus 94 años. Foto: Archivos/ EL COMERCIO
Hasta meses antes de su muerte, Gil Barragán Romero siguió ejerciendo el derecho en su despacho. Su hija: Diana, trabajó junto a él en su último caso. Este domingo, 7 de Octubre de 2018, minutos antes de que el político sea enterrado ella recordaba los últimos escritos que firmó.
Su familia (seis hijos, 20 nietos y siete bisnietos), sus amigos y colegas lo acompañaron en el último adiós. El velorio se realizó en la sala 5 del camposanto Monteolivo, en el nororiente de Quito. De igual forma una misa de honras. Pero el entierro no.
Él quería descansar en el cementerio de El Batán, uno de los más tradicionales de la capital. ¿Por qué? Sus padres y su esposa, Enriqueta Medina, que falleció en el 2007, también están enterrados en ese lugar.
El velorio y las honras fúnebres fueron íntimos, en comparación a la amplia trayectoria pública de Barragán Romero. Sus hijos prefirieron que sea así. “Están las personas que lo quisieron, no es un espacio para hacer política”, asegura su hija.
Entre los políticos más cercanos, sus compañeros de luchas, Jacinto Velázquez, excandidato presidencia y exdiputado; y Mauricio Gándara, excanciller y exministro de Gobierno, fueron quienes estuvieron en primera fila, cerca del féretro.
A momentos sonreían, en otros miraban el ataúd y humedecían sus ojos. Varias anécdotas se van con Gil Barragán Romero. Velázquez, por ejemplo, lo califica como un hermano mayor. Fue su profesor universitario, su primer jefe y su compañero en el Congreso.
Relató que en el primer caso que trabajó como abogado, con la dirección de Barragán Romero, el cliente le pagó 20 mil sucres en un cheque. Gil Barragán le pidió que lo depositara en su cuenta y se quedará con la mitad. “El 50% por tu primer trabajo, como abogado recién graduado. Eso nunca pasa”, dice y destaca la generosidad de su amigo.