Serio y nada resignado, el coronel César Carrión Moreno llegó a las 10:00 de ayer a la Comandancia de la Policía, en la av. Amazonas, a entregar el arma y el equipo de dotación, una vez que fue dado de baja el pasado 10 de febrero.
Le acompañó un grupo de 30 personas, entre familiares y amigos, que no cesaba de gritar consignas en contra del Consejo de Generales que dictó la polémica medida. Pues Carrión fue declarado inocente en tres instancias judiciales, incluida en la Corte Nacional de Justicia, de un supuesto magnicidio en contra del presidente Rafael Correa, el 30 de septiembre del 2010.
Aquel día ocurrió la revuelta policial, en el Regimiento Quito N.1, motivada por el veto presidencial a la Ley de Servicio Público, la cual eliminaba beneficios para los policías, como condecoraciones, juguetes navideños, etc.
Carrión, entonces director del Hospital de la Policía, contiguo al regimiento sublevado, asumió el aparatoso y precipitado escape del presidente Correa y su escolta rumbo a la casa de salud.
Previamente, a las 11:00 de ese día, el Presidente dio un furibundo discurso, en el que resaltó el apoyo del Régimen a la Policía, el cual exaltó el ánimo de la tropa.
Hubo abucheos al Jefe de Estado, le quitaron el bastón, usado para convalecer de una reciente operación de la rodilla, y lo maltrataron. Solo una puerta de malla, sellada con candado, separaba al hospital del regimiento.
El Gobierno acusó al coronel Carrión de no abrirla. Pero en el largo y extenuante proceso judicial, por el que desfilaron decenas de testigos, César Carrión y su abogado, Stalin López, demostraron su inocencia.
La mayoría de testigos coincidió en la inocencia del oficial y el 14 de octubre del 2011, la Primera Sala de lo Penal de la Corte Nacional de Justicia la ratificó por tercera ocasión. Esta Sala estuvo conformada por los jueces: Hernán Ulloa, Milton Peñarreta y el conjuez Gerardo Morales. El retraso del fiscal Galo Chiriboga hizo que la mencionada Sala declarase en abandono la causa. El Fiscal culpó al mal estado del ascensor por el atraso a esa cita clave.
El 30-S desató secuelas que siguen. El ejemplo más duro y complejo: el juicio que planteó el ciudadano Rafael Correa en contra de Emilio Palacio y de diario El Universo por el artículo ‘No a las mentiras’, publicado el 6 de febrero del 2011, que aludía a los hechos del 30-S.
Ayer, con voz grave, al pie del edificio de la Comandancia, Carrión, dijo: “Al ser ratificada mi baja, por el Consejo de Generales, entrego mi arma y equipo de dotación (chaleco antibalas y 50 cartuchos calibre 9 mm) a la institución que serví con ética y compromiso hacia la comunidad durante más de 30 años”.
El Coronel, alto, blanco, de pelo corto, vestía un traje azul oscuro.
Ya con la voz quebrada y los ojos humedecidos continuó: “He llevado mi uniforme con dignidad y honor; he servido a mis conciudadanos con todo el corazón”. La bulla crecía. El blanco de las fuertes consignas fueron los generales Alulema, Suárez y Argüello.
Janeth Orbe, esposa del Coronel, explicó que el general Gangotena se opuso a la decisión del Consejo de Generales y fue transferido a Guayaquil.
Los conductores de buses y autos pitaban. Susana Terán, prima del Coronel, calificó a la baja de injusta y cruel. Lo mismo dijo el doctor Édgar Orbea, cuñado de Carrión. No faltó el grupo K-breados. Ramón Rhon e Iván Montaño reclamaban por la injerencia del Ejecutivo en todos los poderes. El trámite de Carrión demoró apenas 10 minutos.
“Me siento desilusionado por esta injusta baja -continuó el oficial- lucharé por mi familia, por mis hijos, Denisse y Andrés, por mi esposa; agradezco a la gente honorable de mi país, a mis amigos, a los medios de comunicación que cubrieron este duro proceso”. Pasado el mediodía, los gritos seguían y el Coronel se puso al frente del grupo exhibiendo un cartel que defendía su dignidad.
Detalles de la cita
Varios canales de TV, radios y prensa escrita cubrieron el acto. No fue la prensa oficial.
El abogado Stalin López confirmó que irán a la CIDH a plantear un juicio.
Stalin López también dijo que asumirá la defensa del capitán Diego Peñaherrera, ex escolta de la Primera Dama.
Carrión pasó, en el 2011, siete meses en el Penal. Dijo que fue una pesadilla. “A todos mis compañeros uniformados de la Policía Nacional, Ejército, Marina y Fuerza Aérea, les pido que lleven con orgullo su uniforme, basados en sus principios y su formación”.