Esta noche se cierra nuevamente el telón de una campaña. Se trata del evento electoral número 23 desde 1978, cuando el país retomó el cauce democrático luego del plebiscito convocado por el Gobierno militar de entonces.
De estos 23 episodios, ocho corresponde a comicios de carácter seccional (alcaldías, prefecturas, concejalías y juntas parroquiales rurales). Y, al igual que en años anteriores, a partir de mañana el silencio electoral será obligatorio, mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) y sus 24 delegaciones provinciales ultiman los detalles logístico.
Sin embargo, este proceso refleja ciertas particularidades que podrían darle un nuevo curso al modelo político que vive el país. En su afán por ganarlo todo, Alianza País y el presidente Rafael Correa pronosticaron que esta elección podría garantizar su presencia en la gran mayoría de municipios y consejos provinciales, como sucedió hace un año con el Poder Legislativo y, desde el 2009, con los organismos de control.
No obstante, la polarización que se ha despertado en Quito y otras ciudades podría alejar al Gobierno de esta aspiración. Sin duda -sobre todo en la parte final de estos 45 días- la campaña seccional se politizó al extremo, dejando los temas ciudadanos en un segundo plano y sin que las regulaciones legales consigan que todos los candidatos, por igual, tengan un acceso efectivo a la promoción de sus ideas. Los resultados de este proceso se sabrán a partir del domingo 23.
Una elección local planteada como un plebiscito al Gobierno
En vísperas de campaña, el gobierno de Rafael Correa colocó a estos comicios seccionales como un hito clave para la ‘revolución ciudadana’.
El 16 de noviembre del 2013, cuando A. País proclamó en Cuenca a sus candidatos, Correa advirtió que los gobiernos locales son uno de los cuatro pilares de su proyecto, con el Ejecutivo, la Legislatura y la Participación Ciudadana. “No podemos detener el ritmo de esta revolución. Es mucho lo que nos falta por hacer”, dijo.
Desde entonces, ese discurso se acentuó de la mano de una activa participación de la figura presidencial en actos proselitistas de sus aspirantes.
Ya en el inicio de la campaña, reforzó el mensaje de que un gobierno local de Alianza País garantiza un trabajo en equipo con el Ejecutivo y, por ende, la viabilidad de la obra pública.
De ahí que la idea central de la campaña fue insistir en el mensaje de que en este proceso electoral era imperioso votar por los candidatos oficialistas.
“La campaña se centró en los éxitos de la anterior, con un predominio de la visión presidencial”, dice el politólogo Jorge León, al explicar cómo desde el oficialismo se ató el proceso electoral al futuro de la revolución ciudadana.
En el tramo final de la campaña, el propio Correa puso las elecciones del domingo como una suerte de plebiscito, a propósito del crecimiento de la candidatura de Mauricio Rodas para la Alcaldía de Quito.
De hecho, desde la semana anterior ha subrayado que en las urnas está en juego el futuro del proyecto político. Incluso ha mencionado escenarios de supuesta falta de gobernabilidad. “Empezaría un período muy serio de ingobernabilidad, no sé si desestabilización, porque tenemos un gran apoyo popular…”, dijo el lunes.
La discusión sobre los temas ciudadanos no se profundizó
Pueden ser varias las razones por las cuales se sienta que esta campaña no fue el espacio idóneo para que las ciudades y sus habitantes discutan, a profundidad, los temas que más les preocupa. Tal vez 45 días sean muy poco para la promoción de los candidatos y sus planes…
Pero ese sinsabor queda en varias ciudades del país, a pocas horas del inicio de la veda electoral. En Quito, donde la polarización entre los dos candidatos más opcionados fue extrema, por ejemplo quedó de lado un tema muy importante: la prevención de riesgos. Quito sufre de deslaves por las lluvias y de incendios forestales (solo en el año pasado se quemaron 493,1 hectáreas y en el 2012, más de 3 000). Tampoco se habló de los riesgos eruptivos del Guagua Pichincha y el Cotopaxi.
Y la movilidad, si bien giró alrededor del Metro, poco se profundizó sobre la caótica conexión este-oeste.
En Guayaquil tampoco se analizó a profundidad la solución al transporte. Eso sienten ciudadanos como el taxista Ovidio Fuentes, quien asegura que solo se habla de la Metrovía, cuando el problema de los parqueos es evidente.
Los planes sanitarios, para evitar inundaciones y manejo de desecho, es otra deuda.
En Manta, ningún candidato planteó una política para fortalecer la actividad de su puerto. Las propuestas de campaña fueron los parques, el agua potable y alcantarillado, la vivienda y hasta un teleférico.
Finalmente está Cuenca, donde analistas como Marco Salamea, se lamenta por el desarrollo de una campaña con ofertas que “solo dan réditos”.
“Nunca se habló de una cultura o política de respeto, democracia y no discriminación cultural o étnica”. Para él, es urgente que Cuenca construya ese espacio de respeto.
Según el CNE, la cobertura de la prensa a candidatos fue desigual
A pesar de que el Código de la Democracia establece la obligatoriedad de que los medios de comunicación den el mismo espacio a todos los candidatos, en la vida real la norma ha quedado como una aspiración.
Este panorama no dista mucho del que existía hasta antes de la vigencia del Código de la Democracia, en donde los mecanismos para lograr esa igualdad informativa eran menos rigurosos.
Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), la inequidad en esta campaña ha sido clara. El organismo ha enviado decenas de cartas a los medios informativos para pedirles que cumplan con la equidad en los espacios noticiosos a los candidatos a las distintas dignidades.
La Corporación Participación Ciudadana informó que la cobertura periodística no ha sido equilibrada entre los candidatos a las alcaldías de Guayaquil, Cuenca y Quito. El reporte de inicios de febrero señala que los cuadros de Alianza País para los municipios recibieron más minutos de cobertura televisiva.
Según el analista Francisco Rocha, lo que establece la norma quedó como una “aspiración” de lo que debía ser la campaña. “El Código de la Democracia está ahí, lo que ha hecho falta es que se la haga caso. Ahí tienen la culpa todas las autoridades, los medios, los actores políticos…”.
Otro de los factores que ha pesado en la inequidad informativa, según Rocha, es que muchos de los candidatos no han podido posicionar su discurso con mayor fuerza.
Incluso, el superintendente de la Información, Carlos Ochoa, explicó hace unas semanas que cuando dirigía el canal incautado Gamatv había dado más espacio a un candidato, porque su agenda era permanente.