Redacción Sociedad
Surgió como uno de los anuncios más sonados del Gobierno. Cuando miles de emigrantes ecuatorianos sucumbían en la ola de despidos por la crisis económica mundial, apareció el Plan Retorno a Casa como un salvavidas. Pero 20 meses después no deja de ser una expectativa con poca acogida.
Con la propuesta, impulsada a través de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami), el Gobierno busca incentivar al retorno voluntario de los ecuatorianos. Para atraerlos, publicitó incentivos como el Fondo Cucayo, un paquete semilla concursable para incentivar la formación de microempresas individuales (máximo de USD 15 000) y comunitarias (con un tope de USD 50 000) en diferentes campos.
Además, un bono de vivienda de hasta USD 7 000 y la exoneración de impuestos aduaneros para traer menaje de casa, herramientas de trabajo y hasta un vehículo. Todos estos beneficios para quienes estén al menos 12 meses como emigrantes.
Hasta julio de 2009, 31 049 personas se interesaron por el plan, con consultas telefónicas o ‘e-mail’. Pero solo 3 563 se acogieron a la iniciativa, aparte de los 1 901 que trajeron su menaje de casa. La Senami habla de 8 208 familias beneficiadas en forma directa o indirecta.
No obstante, la lista de beneficiarios del Fondo Cucayo incluye apenas a 145 personas, tras cuatro convocatorias, en el primer año; 84 están ya en funcionamiento y el resto en proceso de instalación como el de Nancy Salas, quien esta semana viajó a Ambato en busca del menaje para su hospedaje en Quito.
Uno de los que está en marcha es el proyecto de fincas orgánicas integrales de Oyacoto. Una comuna jurídica de la parroquia Calderón, ubicada al costado derecho del peaje en la vía a Guayllabamba, en Pichincha. Allí, aunque el suelo es arenoso y en estos días de verano el viento levanta con facilidad nubes de polvo, los huertos, de 175 m² junto a las casas de bloque, reverdecen con las plantas de brócoli, lechuga, cebolla, frutales…
Uno de estos pertenece a Margarita Farinango, líder del proyecto y responsable de un huerto a nombre de sus hermanos, Jorge y Francisco, que viven, en su orden, nueve y cinco años en España. La producción es para su consumo y para la venta.
Por unas calles polvorientas, en la misma Oyacoto, se llega hasta la microempresa de Dolores Quilumba. Con los pies descalzos, ella conduce hasta el negocio, con el que pretende convencer a su hija, María Quilumba, de que vuelva después de tres años de vivir en Madrid. Regresará a Ecuador el miércoles 30. Lo instaló con el aporte de USD 14 000 del Fondo Cucayo, y la asesoría técnica y financiera. En contraparte puso USD 20 000 (sobre todo para galpones) y desde mayo ya vendió 700 pollos.
Otro objetivo es generar empleo. El negocio de Quilumba, por ejemplo, ocupa a seis familiares. Margarita Farinango asegura que ayudó a frenar el deseo de emigrar de socias como María Pulupa, dueña de otro huerto. Además, se convirtió en una opción para quienes hoy están en la desocupación en EE.UU., España y otros países. Ellos dejaron de enviar las remesas: eso se evidencia en más de 20 casas de bloque en Oyacoto, cuyas construcciones están paralizadas.
Hasta ahora, se han entregado USD 1 876 997,83 como capital no reembolsable, con una contraparte de USD 6 980 449. Pero Paulina Proaño, directora del Área de Inversión del Fondo Cucayo, reconoce que el presupuesto impide apoyar a las
1 075 ideas de negocios que postularon hasta la cuarta convocatoria. Incluso, hoy el postulante pone el 75%, a diferencia del 50% del inicio del plan.
Luis Sánchez, miembro de la Asociación Rumiñahui 9 de Enero, es severo . Considera que “es un fracaso considerando el número de beneficiarios con el retorno voluntario frente a los más de 3,5 millones ecuatorianos que viven en el extranjero”.
La razón fundamental, según Sánchez, es que “el Gobierno ofrece lo que no se le ha pedido. Por ejemplo, desde el colectivo de emigrantes nunca se solicitó la exoneración de impuestos aduaneros, sino una política de Estado para garantizar una igualdad de acceso a los créditos y fondos concursables de la Corporación Financiera, Banco del Fomento y otros…”.
Pedirle a alguien que deje su estilo de vida para que venga a Ecuador a cambio de un fondo pequeño es no conocer la realidad, dice Sánchez. “Allá tienen derecho a salud, educación y otros”. En España hay quienes se acogieron al seguro de desempleo y entraron a la informalidad. Y si tienen estadía legal en la Comunidad Europea, prefieren irse al norte europeo donde todavía hay plazas de trabajo.
Las ofertas no se cristalizan
Convenios bilaterales y multilaterales de regularización, asistencia legal en casos de deportación, xenofobia y otros, aparte de la agilidad en los trámites consulares, son las deudas del Gobierno con los emigrantes.
En eso coinciden las organizaciones de emigrantes y el Informe Sombra (alterno al que el Gobierno debe presentar ante la ONU sobre migración). Recuerdan que se ofreció crear un consulado virtual para facilitar los trámites. “Hoy solo es una tiquetera para turnos de atención real en los consulados”, cuenta Luis Sánchez, de la Asociación Rumiñahui. Se inauguraron las casas del inmigrante en Nueva York y Madrid, pero están pendientes las de Caracas y otras.
Hernán Olguín, subsecretario de Migración, reconoce que “en dos años de vida aún hay muchas cosas pendientes. Están trazados planes como la asistencia psicológica y jurídica”. Pero agrega que la falta de presupuesto es el peor obstáculo. En el Informe de Transparencia de la Senami aparece un presupuesto anual de USD 7 845 236. Pero la ministra coordinadora de Desarrollo Social, Jeannette Sánchez, habló de una asignación para la Senami de USD 19 480 000, aparte de las donaciones extranjeras.