El celador del cementerio municipal, Froilán Cevallos, muestra los ataúdes abandonados después de las exhumaciones. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
El calor intensifica el olor a muerte. Los cadáveres ya no están en las tumbas del cementerio municipal de Pedernales. La orden llegó desde de la Fiscalía General del Estado, el martes 10 de mayo. Solo en la ciudad se deben exhumar 13 cuerpos, hasta ayer (14 de mayo) se extrajeron ocho.
El motivo es identificar los cadáveres legalmente, ya que sus familiares los enterraron sin el acta de defunción que debe otorgar el Registro Civil, después del terremoto del 16 de abril. Por lo tanto las autoridades deben cerciorarse de que los cuerpos sean realmente de quienes dicen ser.
El celador del cementerio, Froilán Cevallos, no soporta la tarea. Llora mientras cuenta cómo ha sido el proceso, se le quiebra la voz, y pide al ministro del Interior, José Serrano, que tenga compasión con sus coterráneos. “No saben lo difícil que es exhumar el cuerpo de una madre”, sostiene. Y se queja de que por un papel hagan pasar a las familias por eso.
Además crítica que el proceso haya sido ejecutado de esa forma. Los huecos en el cementerio lo demuestran, las lluvias inundaron los nichos, el agua está empozada, los ataúdes destruidos botados a un costado, y el calor hace que la pestilencia inunde el lugar.
El cementerio no tiene espacio para nadie ya. Las condiciones son deplorables, para recorrerlo se debe pasar sobre los cientos de tumbas y la maleza lo cubre todo. Según los cálculos de Cevallos, tras el terremoto, se enterraron unos 100 cadáveres en el lugar. Pero como no todos alcanzaban se abrieron dos fosas comunes en la vía El Carmen, en el cementerio Los Samangos. Las fosas también están abiertas y el agua inunda las fosas.
El celador no sabe cuántos fueron enterrados ahí. Pero de acuerdo al último informe, de anoche, de Criminalística, se entregaron 173 cuerpos en total, tras el sismo.