Jaime Plaza. Desde Barcelona
Uno de los peores estiajes en los últimos 40 años obliga a Ecuador a soportar una ola de apagones. Y el paso del huracán Ida causó en El Salvador 140 muertes y pérdidas millonarias. Los expertos dicen que son las expresiones crudas del cambio climático sobre la Tierra.
Este tipo de eventos son cada vez más frecuentes y con mayor intensidad. Encontrar una salida ha sido la misión de encuentros mundiales como el de la semana pasada en Barcelona, España.
Más de 4 000 delegados gubernamentales de 192 países y de ONG tenían la responsabilidad de dejar listo un borrador que sirva de base para un potencial nuevo tratado mundial que reemplace al Protocolo de Kioto.
Pero todo parecía indicar que ellos viven en un mundo aparte. Lejos de preocuparles el futuro de la Tierra, como dice Hernán Sorhuet Gelos, editorialista de El País, de Uruguay, en su artículo Camino incierto, más primó el interés nacional de cada país.
Eso ocurrió con Canadá, a cuyos representantes más les preocupó que la exigencia de reducir en 40% las emisiones de gases de efecto invernadero afecte al desarrollo de sus industrias y su economía. Estados Unidos, por su parte, se escudó en que depende de que el Senado apruebe la ley ambiental.
Estas posiciones debilitaron la trascendencia de la cita mundial de Barcelona. No obstante, Valentín Bartra, copresidente de CAN (Climate Action Network Internacional), insistió en la validez de estos encuentros. En este año, otras dos reuniones se hicieron en Boon (Alemania) y Bangkok (Tailandia), camino hacia la Cumbre Mundial de Copenhague, Dinamarca.
Desde el 7 de diciembre se darán dos reuniones. En la primera semana habrá una preliminar, similar a la de Barcelona. Asistirán los delegados de cancillerías y ministerios del Ambiente. Ecuador, por ejemplo, en España tuvo a cuatro delegados; Colombia a seis; el Vaticano a tres, entre ellos a monseñor Stefano de Paulis.
Enrique Maurtua Konstantinidis, especialista argentino en cambio climático, asegura que la misión de estos es discutir las diversas propuestas y tratar de llegar a acuerdos.
En la sede de la cita se adecúan grandes salas, salones y otros espacios para reuniones generales, grupales y binacionales.
Se suman los eventos paralelos como la presentación del informe de Bolivia sobre los efectos del cambio climático en el nevado Illimán. Severino Cortés, nativo de una comunidad de la zona a 3 500 metros de altitud, llegó a Barcelona para relatar cómo tres departamentos locales ya sufren la escasez de agua por la reducción de las nieves perpetuas de dicho nevado.
A cada momento era fácil encontrar en los pasillos o junto a las mesas del comedor, a delegados gubernamentales y de ONG discutiendo sobre la fijación de los niveles de reducción de las emisiones de CO2, el apoyo financiero para ejecutar las medidas que ayuden a la gente a adaptarse en su cotidianidad a los cambios atmosféricos bruscos…
Unos personajes intrusos, a veces identificados con camisetas rojas o azules, se ‘filtraban’ en las reuniones. Se trata de los observadores -según Maurtua- que son de ONG (985 acreditadas) que “vigilan el proceso para hacerlo más transparente”.
Estos encuentros también se vuelven una plataforma propicia para estas ONG, que participan con protestas o estands para promocionar sus campañas y frentes de acción. En el Centro de Convenciones de Barcelona, por ejemplo, se instalaron en la entrada y en los pasillos.
En el caso de Greenpace promocionó el uso de los paneles solares para generar energía alternativa. También estuvieron WWF Internacional, Global Canopy Programme, CAN Internacional… Unas promulgaron sus discursos en favor del planeta, de la biodiversidad, de los indígenas y otros. Pero también estuvieron aquellas que representan a las grandes petroleras y a otras industrias como la aviación para defender sus posiciones.
Esos dos frentes opuestos hicieron que en Barcelona no se logre el anhelado acuerdo previo. Y en Copenhague volverán a actuar antes de entrar a la segunda semana definitiva de la cita. Esta tendrá la participación de presidentes, gobernadores y primeros ministros. Ellos firmarán los documentos, con base a las recomendaciones hechas en las reuniones preliminares y firmar el anhelado nuevo acuerdo mundial sobre cambio climático.
Los temas cruciales para Copenhague
Los acuerdos
Las estrategias para la mitigación (medidas para reducir el cambio climático) tuvo avances hacia un acuerdo. En especial, fue sobre el apoyo financiero para las iniciativas y transferencia de tecnologías.
También hubo progreso en las discusiones sobre cómo reducir las emisiones por deforestación y degradación de bosques nativos. El incentivo económico a la conservación es el principal mecanismo.
La definición de mecanismos de adaptación también avanzó en los diálogos. En Barcelona hubo empeño en motivar la generación de energías renovables y reducir el consumo de hidrocarburos.
Los desacuerdos
El 40% de reducción de emisiones con relación a los porcentajes emitidos hasta 1990 -exigido por los países en desarrollo- se volvió la cifra polémica. Se convirtió en el obstáculo para un acuerdo.
La Unión Europea hizo la oferta de bajar en 20% y un 10% más si había el compromiso de otros países industrializados como EE.UU. Junto con Canadá fueron los menos interesados en aceptar.
USD 160 000 millones se necesitan cada año para afrontar los efectos del cambio climático. Pero no hubo acuerdo en quiénes financiarán ni cuánto deberá aportar cada país industrializado.
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