Alex Alves, de 48 años, tiene insuficiencia renal y se practica la diálisis peritoneal en su casa. No necesita ayuda médica. Foto: Valeria Heredia / EL COMERCIO
Alex Alves es un hombre de 48 años. Él trabaja en una florícola, está casado, tiene una hija de 15 y cada noche se conecta a una máquina para cumplir con el tratamiento por su insuficiencia renal. Lo hace solo, sin acudir a médicos.
Hace 9 años le diagnosticaron esta enfermedad, considerada una de las principales patologías catastróficas en Ecuador. En el país cerca de 10 000 personas están en tratamiento de hemodiálisis y diálisis peritoneal. Es decir, 660 casos por cada millón de habitantes.
Alex es uno de los pacientes que optó por el segundo procedimiento: diálisis peritoneal. Esta práctica consiste en eliminar sustancias dañinas de la sangre cuando los riñones no pueden cumplir con esa función, producto de un daño irreversible en estos órganos.
Alex desconoce las razones por las cuales sus riñones se deterioraron. Años atrás -relata- su vida transcurría entre el deporte y el trabajo. Incluso tenía un gimnasio. “No fumaba y tampoco bebía”, sostiene.
Pese a ello, la insuficiencia llegó de forma agresiva. “Mis riñones perdieron un 60% de su función”. Es por ello que los médicos le internaron inmediatamente en el hospital para cumplir con el proceso de hemodiálisis, limpieza total de la sangre, que requiere asistencia médica.
Alex Alves trabaja desde casa para una florícola. Un día a la semana visita la plantación. Foto: Valeria Heredia / EL COMERCIO
Esta práctica se realiza en los hospitales y tarda cerca de cuatro horas: mañana, tarde o noche. “No podía trabajar normalmente por lo que mi alternativa fue la diálisis peritoneal, de este modo puedo estar en casa y ser independiente”.
Así ocurrió. Alex, quien se define como un hombre disciplinado, ha logrado realizar este procedimiento médico en su departamento, ubicado en el norte de Quito.
A las 19:00, el brasileño -casado con una ecuatoriana- prepara sus insumos médicos. Dos fundas con el líquido dializador, mascarilla, guantes, tubos, toalla y extensiones son algunas de las herramientas para comenzar con el proceso que dura 12 horas (hasta las 07:00).
“El proceso es largo”, reconoce, pero así puede seguir con sus actividades diarias en la mañana y tarde. Alex, como parte de su trabajo, visita la finca de flores en Tabacundo (Pichincha), una vez por semana. Adicionalmente, sale de viaje y lleva todo el equipo para realizarse la diálisis fuera de casa. “Simplemente tengo que organizarme cuando debo salir de la provincia”. Esto lo ha logrado con constancia, dice este jefe de ventas de una empresa privada.
Antes de las 19:00, Alex prepara sus insumos para la diálisis peritoneal. Foto: Valeria Heredia / EL COMERCIO
Para iniciar con su diálisis peritoneal, Alex debe mantener limpio su cuarto, cerrar ventanas y puertas. “Solo yo debo estar en la habitación”. Como parte de la preparación, por ejemplo, tiene que lavarse más de cuatro veces las manos para no contaminar el catéter que tiene en su estómago. Este se conecta con la máquina dializadora.
Este proceso toma menos de 30 minutos. Luego de conectarse ya puede hacer sus actividades con normalidad como trabajar o cenar. En eso ya le ayudan su esposa y su hija.
Alex -dice- nunca se ha considerado una persona enferma. Lo asegura con ánimo pese a que siente mucha fatiga, uno de los síntomas de la insuficiencia renal.
“Subir una grada, para mí es como subir 10 o incluso como correr en una maratón”, relata.
Ahora Alex espera retomar el protocolo para entrar a la lista de espera de trasplantes de órganos. Él necesita nuevos riñones para ya no depender de la diálisis peritoneal.
Ese es su plan, señala mientras conversa que las cajas apiladas en un pasillo de su departamento contienen todo su tratamiento. Los insumos le llegan cada mes. “Yo puedo caminar, limpiar la casa y cocinar”, dice con entusiasmo. Incluso bromea que tiene la mejor sazón de toda su familia.