Pablo Fiallos, redactor
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En psicología, el sueño de presentarse desnudo en público puede significar la representación de un aspecto de la personalidad que avergüenza, hace sentir culpable y se oculta.
El dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, quien además es psiquiatra, lleva el concepto de la desnudez simbólica a las tablas, a través del reencuentro de dos hermanos, en ‘Monogamia’.
La rivalidad y la envidia entre estos dos hermanos funcionan como la excusa o el vehículo para mostrar las preocupaciones y dudas del hombre que entra en la crisis de la madurez.
La pieza se desenvuelve alrededor del tema de la crisis: de pareja, de familia o la crisis emocional que llega después del embarazo. Pero, además, ‘Monogamia’ plantea dilemas como la utopía monogámica, los traumas y complejos psicológicos como el de Edipo, el adulterio, las inseguridades, los problemas sexuales o la lealtad. La obra debate sobre lo que se puede considerar correcto o no.
Esta relación de opuestos y complementarios, que linda entre el moralismo y la desfachatez, muestra aristas de la deficiencia de la comunicación, como un reflejo de la familia y la sociedad contemporánea.
La obra funciona a través de la desestructuración de los dos protagonistas. Las personalidades contrarias van cambiando y al final del relato dramatúrgico, los hermanos terminan por traspasarse sus papeles. Y con esto, ellos consiguen hacerse más cercanos.
El director Jorge Alberto Fernández presenta una puesta en escena ágil y entretenida. Logra hacer una correcta adaptación de la obra al medio ecuatoriano, que, con diálogos naturales y cercanos, expresa un discurso reflexivo de la cotidianidad.
En los roles principales, Manuel Calisto y Álex Cisneros se repiten tras su participación en el montaje de ‘El método Grönholm’. Ambos actores presentan una vez más la buena química mostrada en la anterior obra. Los papeles de Calisto y Cisneros parecen confeccionados a su medida, aunque en su correcta interpretación ambos actores repiten gestos e intenciones mostradas en la obra anterior.
Al fondo, la sencilla escenografía creada por Pablo Varea no roba protagonismo. Con la tensión que recorre el sinuoso camino trazado entre los dos hermanos alcanza. Únicamente de vez en cuando el escenario sugiere la presencia de un lugar más allá, poblado de personajes que nunca se s ve, pero que se sabe que están allí.
Además, también, fuera de cuadro, se encuentra el baño, un lugar propicio para que, de vez en cuando, cada uno de estos dos familiares revele algo comprometedor o provocativo. El juego de luces, manejado con precisión en la obra, acondiciona los ambientes según la necesidad dramática que exige cada escena.
‘Monogamia’ es una obra que, con un lenguaje ligero, propone reflexiones profundas y que resultan cercanas a la realidad actual, en un discurso que parte de la situación anecdótica y termina en un relato perspicaz.