Durante las últimas dos semanas se ha llevado a cabo la Conferencia sobre el Cambio Climático, organizado por las Naciones Unidas, en Copenhague. El objetivo de la conferencia era llegar a algún tipo de consenso mundial para limitar el calentamiento global.
Hay abundante evidencia científica que apunta al CO2 como el principal causante del calentamiento global. Ese gas, el dióxido de carbono, es producido por el uso de combustibles fósiles. Los combustibles fósiles son todos aquellos derivados del petróleo o del carbón mineral.
Los mayores emisores de CO2 son China y Estados Unidos. En caso de los chinos, esto está relacionado con su inmensa población y su creciente clase media. En el caso de los EE.UU., su alto consumo de combustibles está relacionado con su población y, sobre todo, con el alto nivel de ingresos que permite a cada habitante consumir grandes cantidades de combustibles.
Comparado con el volumen total de CO2 producido en otros países, el Ecuador es un emisor marginal, tanto por su tamaño como por su nivel de ingresos.
Pero, si comparamos el dióxido de carbono producido por cada país con el tamaño de su economía, el Ecuador queda en un muy mal puesto. En otras palabras, nuestro país emite una gran cantidad de CO2 por cada dólar que produce. Es triste, pero en relación con el tamaño de nuestra economía, somos uno de los países que más aporta al calentamiento global.
Según un estudio de Felipe Hurtado, para que el Ecuador produzca un dólar de PIB, necesitaba emitir, en 2006, algo más de un kilogramo de CO2. Colombia, un país no tan lejano al nuestro, emitía únicamente la tercera parte, mientras que los Estados Unidos emitían solo la cuarta parte e Inglaterra un séptimo.
Esto significa que estamos utilizando ineficientemente los combustibles fósiles. Claro que con los inmensos subsidios a los combustibles sería sorprendente que no fuera así. El ineficiente uso de los combustibles está directamente relacionado con el bajo precio que pagamos aquí por gas, diésel y gasolina.
Mientras esos precios sigan tan subsidiados, por ejemplo, seguirá habiendo incentivos para que los ecuatorianos compremos muchos autos de gran cilindraje y no les demos el mantenimiento óptimo para ahorrar combustible. Habrá también incentivos para que la industria y el comercio sigan usando ineficientemente a los combustibles. Y los apagones que nos hacen usar diésel para generar electricidad tampoco ayudan.
Triplicar los precios de los combustibles de un día para el otro podría lastimar a la economía, pero tenemos que ir hacia un gran acuerdo nacional para igualar, paulatinamente, el precio de los combustibles en el Ecuador al precio internacional. No hacerlo es un atentado contra el planeta.