Jorge Pareja C.
Con nostalgia asistí a la entrega del Municipio de la estatua de don Galo Plaza Lasso en el parque La Carolina.
Las lecciones que Plaza dejó no deben olvidarse: sencillez personal y grandeza de espíritu, respeto sin límites a la opinión ajena, estricta observancia a la libertad de la prensa y a los derechos humanos.
Una anécdota ilustra su firmeza de principios: durante su presidencia, la revista Momento del CFP lo atacaba sistemáticamente con términos soeces y procaces; un día, al ver que no circulaba la edición semanal y enterarse de que esto se debía a la falta de papel, ordenó inmediatamente que se enviara el material necesario para la publicación.
En su ejemplar y larga vida jamás se le escuchó una frase peyorativa o un insulto a los muchos opositores que tuvo.
En triste contraste, hoy vemos cómo se ataca a los medios, que tanto y por tantos años han hecho por los ideales de la democracia para preservar los derechos de los ecuatorianos.
Añoramos a personajes sensatos y dignos como Clemente Yerovi, Camilo Ponce, Raúl Clemente Huerta, Benjamín Carrión, los hermanos Mantilla, Alfredo Pareja y, en especial, la serena figura de Plaza Lasso, concejal, alcalde, ministro, embajador, presidente, exitoso enviado especial de las Naciones Unidas, secretario de la OEA y en sus años postreros el generoso y desinteresado orientador de la opinión.
Por el bien de la nación, si bien no lo podemos traer de regreso, al menos retomemos su ejemplo generoso y limpio para construir un país tranquilo, creador, sin odios, cosa que siempre fuimos y que a Dios gracias hasta ahora ningún populismo ha logrado cambiar.