ANÁLISIS| Se acabaron los epítetos grandilocuentes, las expresiones barrocas: los líderes de la Unión Europea (UE) que se dan cita hoy en Bruselas se han dado cuenta de que resulta estéril calificar esas reuniones de “decisivas” o “históricas”: la realidad económica es más tozuda y al final se acaba imponiendo. “Decisivas”, “fundamentales” o “clave” iban a ser todas las últimas cumbres de los jefes de Estado y de gobierno de los 27 socios comunitarios.
Se trataba, según sus participantes, de salvar al euro del hundimiento inminente, amenazado desde su epicentro heleno por la crisis de deuda que ha obligado a la UE y al Fondo Monetario Internacional (FMI) a rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal. Pero poco después, la propia dinámica incontrolable de la realidad en torno a la crisis del euro obligaba a los líderes del bloque, a quitar adjetivos, a matizar o pulir afirmaciones que, apenas unas horas antes, parecían grabadas en granito. “Cumbre sí, pero no ‘Día D'”, titulaba hoy de manera elocuente el periódico holandés “De Volkskrant”.
Y es que esta cumbre informal, aperitivo de la próxima cumbre (formal, donde se tomen decisiones supuestamente trascendentes), servirá sobre todo para afinar los cacofónicos violines de la UE.
Y es que a pesar del empeño de, entre otros, el comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, por apretar las tuercas a los socios incumplidores, la “troika del ráting”, integrada por Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s, ha llegado incluso a quitar la nota “triple A” de la máxima solvencia a Francia o, incluso, al fondo europeo de rescate.
En ese sentido, el periódico galo Le Monde también se apuntaba hoy a la tesis de que ya no se habla de “cumbres de urgencia” en la UE. “Por primera vez desde hace tiempo, la cumbre de Bruselas no se celebra en un ambiente de urgencia máxima por el euro”, apunta.
El clima (barométrico y social) en la capital belga, con una fuerte nevada y temperaturas gélidas, unida a la huelga general en Bélgica (la primera desde 1993) contra los planes de austeridad del gobierno, no ayudaba este lunes a ofrecer un panorama tranquilizador.
Aunque Grecia vuelve a ser uno de los temas más preocupantes, debido a que necesitará probablemente más dinero del previsto de la UE y del FMI, dos temas se han colado en el último momento: propuestas para combatir el paro especialmente de los menores de 25 años que en socios como España roza el 50 por ciento, además del impulso al crecimiento.
Según los últimos borradores filtrados a la prensa en Bruselas, los 27 jefes de Estado y de gobierno del bloque tomarán medidas “para garantizar la estabilidad financiera y la consolidación fiscal, que es una condición necesaria para volver a un más elevado crecimiento estructural y para fomentar el empleo”.
Con cerca de 23 millones de desempleados en toda Europa, los líderes comunitarios admiten, incluida la canciller germana, Angela Merkel, y su compañero en el tándem franco-germano el presidente galo, Nicolas Sarkozy, que la austeridad no es la única vía de salida de la crisis.
Precisamente, en esta nueva amalgama formada por terapia de choque y ahorro, fomentada desde Berlín y París, combinada con elementos de estímulo de la demanda, que insistentemente reclamó Estados Unidos en los últimos meses, no cuenta, al menos de momento, con nuevos instrumentos de apoyo. Se habla de liberar “recursos comunitarios no utilizados” y de acudir en ese sentido al Fondo Social Europeo (FSE) donde se podrían “rascar” hasta 22 000 millones de euros para países, por ejemplo, como España, en concreto para el fomento del empleo joven. No obstante, nadie se atreve a poner sobre la mesa dinero fresco.
Oficialmente, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, invitó a los líderes del bloque a debatir hoy sobre estrategias de crecimiento, fomento de las pequeñas y medianas empresas y lucha contra el paro juvenil, pero nadie sabe cómo ni, sobre todo, con qué recursos. “Se trata de un intercambio de ideas”, comentó Van Rompuy, conocido por su carácter conciliador cuando era primer ministro belga.
Es posible que, por ello, la cumbre se quede en una “lluvia de ideas” de cara a la cita de marzo, y que la foto de familia de hoy no acabe en los anales de la historia comunitaria europea.