En las puertas de ingreso a las fábricas de calzado, en Ambato, ahora es común ver pequeños carteles donde se anuncia la necesidad de operarios. Esta demanda de empleos refleja la bonanza del sector, derivada de la acción del Gobierno, en enero del 2009, de proteger la producción con la aplicación de salvaguardias, aunque hoy rige un arancel mixto al ingreso del producto importado.
Según un informe de la Cámara del Calzado de Tungurahua (Caltu), en el 2008 el sector productivo del país estuvo por desaparecer. Al mercado ecuatoriano ingresaron sin pagar aranceles, 47 millones de pares de zapatos de Brasil, Colombia, Perú y China.
Esa competencia llevó al borde de la quiebra a la fábrica Liwi. Willian Arias, su gerente, recuerda que la invasión del calzado chino en el mercado ecuatoriano fue la causa. El bajo precio de este producto no le permitió competir.
Decepcionado pidió ayuda a su madre, Luzvia Naranjo, para emigrar hacia EE.UU. Pero más bien esta mujer de 72 años retornó al país para conocer la situación económica que afrontaba su hijo.
Cuando llegó a Ambato, ella llevaba puesto un par de zapatos diferentes a los manufacturados en el país. “Le pregunté la marca. Me dijo que estaban fabricados especialmente para ella, ya que sufre de diabetes. El calzado le costó USD 400”, rememora Arias. .
Y decidió incursionar en el negocio, aunque antes investigó por Internet. Ahora, la demanda del producto creció en un 25%. Por eso, realizó un crédito para comprar equipos actualizados e iniciar la producción del calzado. Además, sumó otras 11 personas al rol de pagos. Ahora en su planta trabajan 22 obreros.
Otro ejemplo de crecimiento es el de Calzado Gamos. En el 2008 fabricaba 300 pares de zapatos al día. La producción solo era para subsistir y mantener los puestos de empleo de 70 trabajadores. “Las ganancias eran mínimas ante un mercado invadido por el producto chino”, recuerda Miguel Gutiérrez, gerente general.
Pero todo cambió por las restricciones a la importación. Invirtió en nueva tecnología y mejoró los estándares de calidad y los procesos de fabricación. Eso le ayudó a posicionarse en el mercado nacional y exportar a Colombia.
En la actualidad produce 800 pares diarios y trabajan 140 personas. Su calzado se exhibe en las vitrinas de las grandes cadenas comerciales del país. “La demanda sube y necesitamos más gente capacitada en esta línea de producción. Pese a la crisis del 2009 estamos creciendo”.
En toda la provincia del Tungurahua, el calzado, junto con la textilera, son las ramas productivas que más mano de obra generaron en el 2010. Según un informe de la Cámara de Industrias de Tungurahua, las dos actividades dieron empleo a 70 000 de las 285 982 personas que integran la Población Económicamente Activa (PEA) en Tungurahua.
Lidia Villavicencio, presidenta del Caltu, concuerda con los datos. Dice que esto ayudó a que el desempleo en Ambato se mantenga en 3,2%, uno de los porcentajes más bajos a escala nacional. Para la dirigente, el 2010 fue el de mayor crecimiento. Un año antes, recuperaron el mercado invadido por el zapato extranjero. “Es algo inverosímil porque en nuestro sector no hubo crisis en el 2009, sino un crecimiento en producción y mano de obra”.
El año pasado, esta actividad económica generó 100 000 puestos de empleo directo e indirecto en todo el país. En los 1 750 talleres medianos, pequeños y artesanales instalados en Tungurahua se fabricaron 12 millones de los 24 millones de pares de zapatos que se vendieron a escala nacional.
A pesar que en junio del año pasado ingresó calzado de los países de la Comunidad Andina sin el pago de aranceles, el crecimiento de la industria se mantiene.
Para Nelson Muñoz, director ejecutivo de la Cámara de la Pequeña Industria de Tungurahua (Capit), varios factores se sumaron para que esta provincia mantenga el índice de desempleo más bajo del país. El primero es el apoyo del Gobierno a las pequeñas empresas, a través de sus programas productivos y, el segundo, por las salvaguardias y ahora en vigencia un arancel mixto al ingreso del producto importado. Esto ayudó a repuntar a la industria.