La soja es una suerte de niña prodigio, que crece cuando el tiempo le es adverso, sin necesidad de grandes lujos ni de cuidados delicados. Y suma logros que sorprenden a todos.
Esto ha sucedido las últimas semanas, cuando mientras el mundo sufría por la amenaza de una nueva recesión -o de una desaceleración lo suficientemente fuerte para provocar el derrumbe del precio del petróleo y de los principales activos financieros- la soja resistió.
Como quien aprende de la experiencia, la soja pareciera incluso estar rompiendo con la lógica del 2008, año en que después de tocar su máximo histórico, se desplomó, en línea con el resto de las materias primas (‘commodities’), que por entonces tampoco tuvieron tregua frente a la crisis que se desató tras la caída de Lehman Brothers.
El precio de la soja se movía usualmente en la misma dirección que el precio del petróleo. Pues el crudo forma parte de los costos de toda cosecha, ya que se incorpora en fletes y es un componente clave de los agroquímicos. Además, como combustible, compite de forma directa con la soja, ya que de sus derivados se produce el biodiésel.
Según José Echagüe, director de Quantum Finanzas, existen fundamentos para que esta vez la soja se desacople del crudo. Por un lado, explica, la soja no está cara en términos históricos con respecto al barril de petróleo, sino que se ubica en torno a los valores promedio de los últimos 10 años. Por el otro, existe un tema de demanda: mientras que Estados Unidos, hoy en proceso de desaceleración, es responsable de gran parte de la demanda de crudo; China, que mantendrá en el 2011 un crecimiento de 8,9%, de acuerdo con las proyecciones de Deutsche Bank, es responsable de cerca de 50% de la demanda de soja.
“Cuando fue la crisis del 2008, se temía que junto con el mundo desarrollado todos los emergentes se desplomaran y, por eso, los precios de las materias primas cayeron, incluyendo la soja. Pero eso no sucedió. Así es que ahora se puede pensar que EE.UU. frene y el resto del mundo no”, explica Echagüe.
Existe la percepción de que la demanda de soja seguirá firme, siempre que China no muestre señales de agotamiento. Después de todo es un gran jugador: compra 50% de la soja que exportan EE.UU., Brasil y la Argentina, los mayores productores.