Los planes de asesoría técnica, financiamiento y el marco legal para el sector productivo apuntan, cada vez en mayor medida, a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).
El Gobierno tiene USD 30 millones para distribuirlo este año entre proyectos que eleven la productividad de los negocios hasta en un 15%. El borrador del Código de la Producción les da un espacio privilegiado.
A este grupo, según la ministra de Industrias, Verónica Sión, corresponde cerca del 90% de las empresas asentadas en el país. De allí la necesidad de apoyarlas -dijo- tras presentar los avances del programa Fondepymes.
A través de este plan se puede financiar hasta el 60% del importe total del proyecto presentado por las Pymes. Son fondos no reembolsables y el monto máximo es de USD 50 000.
El objetivo es que estén en capacidad de participar como proveedoras del Estado, a través del portal de compras públicas. La meta es que el 53% de las adquisiciones que haga el Gobierno provenga de las Mipymes.
Aunque hay escepticismo entre quienes levantaron pequeños negocios para llegar a esos niveles, el Instituto Nacional de Contratación Pública (Incop) asegura que sí es posible.
La institución destaca casos como el de Carlos Quevedo, propietario de la Imprenta Unigraf. Se trata de un negocio familiar creado hace seis años y que en 2009 logró cuatro contratos.
Ana María Vera no tiene pretensiones de ser proveedora del Estado, pero sí aspira a que haya mayor facilidad de créditos para negocios pequeños. Hace seis años ella abrió un soda bar en el centro de Guayaquil. Su especialidad es la venta de jugos naturales y alimentos. El local fue abierto con recursos propios, porque cuando intentó obtener un préstamo del sistema financiero, no lo consiguió. Mercedes Ramírez, en cambio, invirtió USD 1 500 para la venta de cosméticos y bisutería. A través de una cooperativa recibió USD 500 y los 1 000 restantes los obtuvo de una vecina.
Por su experiencia, tanto Vera como Ramírez, aspiran que haya mayor impulso a este segmento.
Aunque hay iniciativas para atender pedidos, como el de ambas, aparentemente será difícil de cumplirlos. Según Wilson Araque, máster ejecutivo en dirección integrada de proyectos, en el país existe una gran debilidad: creer que el impulso productivo solo debe ir dirigido a un sector y no de manera global.
“Un ejemplo es el Código de la Producción. Si queremos que funcione como un instrumento de fomento tiene que haber un trato equitativo entre las Pymes y las grandes empresas”, explica. Araque agrega que el país también requiere de una completa base de datos sobre la existencia de las Pymes, como punto de partida de cualquier tipo de programa de fomento.
Actualmente esa información está desagregada. De allí que la Universidad Andina Simón Bolívar tomó la iniciativa de crear el Observatorio de las Pymes, que arrancará el jueves.