En los últimos cuatro años el Ecuador ha carecido, entre otras cosas, de una política clara en el tema de comercio exterior. Y los resultados se están viendo ahora en el abultado déficit comercial.
USD 1 230 millones de saldo en contra entre enero y octubre del 2010 puede parecer cualquier cifra, pero si se dice que es el mayor déficit registrado desde que el país entró en la dolarización, en el 2000, ya es otra cosa.
Y si a eso se suma que no hay financiamiento seguro para cubrir ese hueco, la situación se complica, porque el efecto será una reducción de depósitos y créditos en el sistema financiero nacional.
Si no existe un suficiente crédito para el crecimiento económico es poco probable que se creen nuevas fuentes de empleo y se reduzca la pobreza en el país.
Por eso el apuro de las autoridades ecuatorianas para intentar corregir un déficit que se explica por el gran dinamismo de las importaciones y el débil desempeño de las exportaciones.
Estas últimas han caído en volumen en los últimos años, aunque los altos precios internacionales del barril de petróleo han ocultado esa realidad.
El crecimiento de las exportaciones requiere de incentivos a la producción, de grandes inversiones privadas, de apertura de mercados, etc., lo cual tarda años en concretarse.
Cuatro años no han sido suficientes para mejorar el sector exportador nacional. Y el Gobierno no ha visto otra opción que bajar las importaciones con mayores aranceles. Ahora son los autos, ¿mañana?