Parece que se acabaron los rencores con el Banco Mundial y el Presidente de la República dio la bienvenida a USD 1 000 millones provenientes de este organismo internacional, claro, sin condicionamientos ni políticas de ajuste.
Esto último es relativo, ya que nadie presta sin condicionamientos. Y las políticas de ajuste hasta pueden ser coincidentes, depende cómo se interprete. Si tienden a focalizar subsidios, optimizar el aparato burocrático, reducir la pobreza o transparentar el manejo fiscal es poco probable que haya discrepancias.
U no de los objetivos del Banco Mundial es, por ejemplo, la eliminación de la pobreza extrema hasta el 2030. Y para alcanzar esa meta esta entidad anunció hace un par de semanas que este año duplicará su capacidad de préstamos en países de ingresos medios como Brasil o México. Y debido al desempeño de la última década, Ecuador ya es considerado un país de ingreso medio.
L as coincidencias pueden ser mayores. En su reunión anual en Washington, la semana pasada, con el Banco Mundial consideró que el crecimiento económico para reducir la pobreza extrema no basta. Se necesita un crecimiento más inclusivo e incrementar el número de programas orientados a brindar asistencia a los pobres de forma directa.
E l escenario internacional también juega a favor de un acercamiento entre Ecuador y el Banco Mundial. La ‘década dorada’ de América Latina ha concluido y las perspectivas de crecimiento son menores, lo cual significa que se necesitará redoblar esfuerzos para mantener el ritmo de crecimiento.
Esto demandará no solo de mayores recursos, sino también de expandir los mercados para los productos ecuatorianos. Y pese a lo poco que se ha hecho en siete años, Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial del país. Esto se explica, en parte, por el peso que tienen las exportaciones de petróleo a ese mercado.