El Banco Central Europeo (BCE) decidió hoy mantener invariable la principal tasa de interés para la zona euro en el 1,0 por ciento, su mínimo histórico, después de haber aplicado dos rebajas consecutivas para impulsar la renqueante economía europea.
Como esperaba la mayoría de los expertos, el consejo de gobierno de la entidad que preside desde noviembre el italiano Mario Draghi celebró sin sobresaltos su primera sesión del año, en Fráncfort, y no recurrió a su receta de tipos bajos para evitar el colapso del euro y por ende, de la economía del continente.
Dado que los índices coyunturales han sido inesperadamente positivos desde diciembre, el guardián del euro hizo oídos sordos a las presiones y decidió esperar para ver si las últimas medidas extraordinarias, sobre todo la barra libre de liquidez, surten efecto y si efectivamente, la temida recesión llega a Europa.
La primera reunión del año se produjo en un contexto especialmenre difícil por el claro empeoramiento coyuntural, la expansión por el este europeo de la crisis húngara y la situación límite en la que se encuentra Grecia. Ya en diciembre, Draghi afirmó que la estabilidad financiera de Europa se encontraba ante el mayor peligro desde la quiebra de Lehman Brothers en otoño de 2008.
Desde su llegada al BCE, Draghi aplicó dos rebajas consecutivas de tipos hasta dejarlos en el mínimo histórico que había tocado en mayo de 2009. El banco emisor había mantenido las tasas en ese nivel hasta abril del año pasado, cuando determinó el primero de dos aumentos hasta el 1,5 por ciento para contener las tensiones inflacionistas y confiando en una recuperación económica.
Draghi prosiguió además con la política de mayor liquidez a los bancos para sofocar la crisis de deuda. Y anunció una batería de medidas extraordinarias para “mejorar el acceso del sector bancario a la liquidez y el funcionamiento del mercado monetario europeo”. Pero sirvieron de poco: desde hace semanas, los depósitos a un día de las entidades financieras europeas en el BCE tocan máximos históricos.
La tendencia a guardar el dinero en el BCE, en vez de buscar mayores beneficios en las inversiones y la concesión de préstamos, demuestra la persistente desconfianza entre los bancos europeos. Y en medio de esas dificultades aumentan las voces que exigen nuevos recortes.
Las tasas más bajas facilitan el crédito, lo que mejora el nivel de inversión y estimula la coyuntura.
Sin embargo, presionan al alza la inflación, levemente por encima de los niveles recomendados por el BCE para garantizar la estabilidad de precios.
Los expertos esperan que el banco emisor anuncie dos nuevos recortes a lo largo de este recién estrenado 2012.
Los mercados esperan ahora la primera rueda de prensa de Draghi en 2012, en la que el banquero presentará un análisis económico de la zona euro y dará pistas sobre el futuro de la política monetaria.
Además, podría hablar también sobre el programa de compra de deuda de países en graves problemas de deuda. Hasta ahora, el BCE se negó a ampliar ese controvertido programa que para algunos políticos y economistas, es la única llave con la que escapar de la crisis.