En la ciudad de Antigua en Guatemala se puso en marcha un operativo de seguridad para garantizar la protección de los 15 Presidentes y sus delegaciones que asistirán a la XXVI Cumbre Iberoamericana el 15 y 16 de noviembre de 2018. Foto: EFE
Con más de un cuarto de siglo de historia, las cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno han sido cuestionadas por la percepción de que no arrojan resultados tangibles o inmediatos y de que, más que el contenido, lo que importa es “la foto” de los asistentes.
Para algunos expertos, los acuerdos y posicionamientos que se alcanzan en estas cumbres, como la que tendrá lugar el jueves 15 y viernes 16 de noviembre de 2018 en Antigua, suelen ser muy generales, con el objetivo de que los mandatarios y líderes los firmen y no los veten.
“Son exhortos que, en los hechos, no pesan o pesan muy poco en las decisiones que toman los países”, dice a dpa el internacionalista Mario Torrico, coordinador de la maestría en Políticas Públicas Comparadas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en México.
“Eso provoca que su implementación sea muy modesta”, sostiene. Sin embargo, ante este escepticismo hay quienes destacan la importancia de estos cónclaves, que actualmente se celebran cada dos años, como foro político, diplomático y transversal en un mundo más polarizado que nunca y con enormes retos en la región iberoamericana.
“La diplomacia de cumbres es un ejemplo en el plano internacional de lo que llamamos democracia deliberativa“, explica a dpa José Antonio Sanahuja, director de la Fundación Carolina, una institución española que busca promocionar y afianzar las relaciones entre España y el resto de Iberoamérica.
“Ofrecen la oportunidad de que los líderes no solo se cuezan en su propia salsa nacional, sino que lo hagan en una salsa colectiva en la que hay otras visiones. Y eso permite conformar un discurso común”, dice.
El historiador señala que es importante que entre líderes puedan “conformar su visión del sistema internacional” y que exista la oportunidad de cooperar entre ellos para encontrar “soluciones gana-gana”.
Sobre las cumbres iberoamericanas, dice que juegan un papel importante en ámbitos más relacionados con la cultura, la identidad y la cooperación.
“Además también producen cosas concretas,marcos normativas como el convenio iberoamericano de seguridad social”, destaca el experto. Torrico concuerda en su importancia para mantener el contacto y el diálogo entre países, pero apunta que el entendimiento se ha visto afectado por el giro ideológico en América Latina, donde antes preponderaban gobiernos de izquierda y ahora hay una “situación de mitad y mitad”, con victorias de derecha y extrema derecha, como en Brasil.
“Cuando hay una heterogeneidad de posturas ideológicas es mucho más difícil el diálogo y es más difícil la toma de decisiones conjunta”, explica.
“No solo afecta el diálogo, sino que genera tensión”. Como ocurre con la mayoría de los cónclaves internacionales, las cumbres iberoamericanas también se convierten en un foro donde se “escenifica” la política, algunas veces incluso a escala nacional. Para Sanahuja, lo más importante no es el impacto mediático de las asistencias o ausencias a la cumbre o algunas anécdotas como el famoso “¿Por qué no te callas?” que lanzó el rey Juan Carlos I a Hugo Chávez en la cumbre de Santiago de Chile en 2007, sino “el trabajo que se hace a otros niveles, donde no enfoca la cámara y donde están los resultados”.
“Las cumbres son la escenificación final de dos años de reuniones técnicas, de reuniones de ministros y de altos funcionarios”, señala. Aunque el programa oficial de la XVI Cumbre Iberoamericana está muy vinculado a la cooperación y a la Agenda 2030, los grandes problemas de la región, como la caravana de migrantes centroamericanos que avanza a Estados Unidos, el éxodo venezolano o los cambios políticos que han sacudido países como Brasil estarán en el ambiente.
“Inevitablemente va a estar presente la preocupación por la deriva que está teniendo América Latina en su conjunto (…) Probablemente no va estar en la declaración negociada, pero sin lugar a dudas sí en el ‘retiro’ que tienen los presidentes, cuando hablan a puerta cerrada”, dice Sanahuja.
El experto de Flacso México también apunta que la migración y Venezuela serán temas centrales en la cumbre en Antigua, aunque no se muestra optimista respecto a las declaraciones que se vayan a hacer al respecto.
“Lo más probable es que se pueda llegar a una declaración sobre Venezuela, pero no será en términos muy fuertes”, indica. La explicación que da Torrico es que la presencia de países afines al Gobierno de Nicolás Maduro, como Bolivia y Cuba, harán difícil que se apruebe algún exhorto muy duro contra su gestión.
“Lo más a lo que se podría llegar es a un exhorto para que las partes (en Venezuela) respeten los derechos humanos y dialoguen”, agrega.
Torrico opina en la misma línea sobre la migración, que ahora se materializa en retos como el éxodo masivo desde Venezuela o los miles de migrantes que llevan semanas marchando hacia Estados Unidos, “No se ha avanzado mucho, hay que ser francos”, admite Sanahuja, que considera que la respuesta en conjunto ante la crisis “sin precedentes” en América Latina no ha sido “modélica” y advirtió que el problema “se está politizando”.
¿Están las cumbres iberoamericanas condenadas a desaparecer? La respuesta de ambos expertos es negativa. “Son necesarias, son útiles, aunque quizá no sean particularmente relevantes desde el punto de vista político”, dice Sanahuja.
“Generan cambios en un muy largo plazo”, señala, por su parte, Torrico. “No es deseable que no hayan encuentros entre países, al menos para reafirmar compromisos en el plano simbólico”.