Choques eléctricos y uso de gas en castigos; un sacerdote es acusado de abuso

Imagen referencial. Otra de las mujeres que declaró en la Fiscalía indicó que al religioso le gustaba aplicar choques eléctricos a las personas del grupo de oración. Foto: Pixabay

Una denuncia hecha en la red social Facebook llevó a que se abriera la investigación que terminó en la captura e imputación de cargos del reconocido sacerdote del Tolima Freddy Martínez Cruz, quien llegó a ser conocido como 'el padre de las multitudes'.

“He callado sobre abusos de quien fue mi pastor en algún momento. Intento de violación a mis 13 años cuando ingresé al coro, testigo de su abuso jerárquico con muchas mujeres”, contó la víctima en la publicación.

Tras ser contactada por la Fiscalía, la denunciante entregó los nombres de otras seis presuntas víctimas y manifestó que tenía temor ante las presiones que podría ejercer en su contra el denunciado, a través de una persona identificada como Jhon Édison Parga.

La mujer señaló que los abusos iniciaron a sus 13 años y que el sacerdote llevaba a su casa a algunos de los integrantes del grupo juvenil. En esa ocasión, contó, la dejó de últimas para acosarla dentro del vehículo.

Añadió que tres años después una pareja de jóvenes se salió del grupo señalando que el padre había acosado a la mujer. Aunque el cura inicialmente pidió una cadena de oración para combatir esos señalamientos, luego solicitó a la comunidad "hacer algo más que eso", tras de lo cual varios de los integrantes del mismo grupo buscaron a los denunciantes y los golpearon.

La víctima contó que en 2008 tuvo una relación con un hombre mayor y que había quedado embarazada. Luego del parto, contó, el sacerdote se le acercaba en medio de ceremonias y le hacía propuestas al oído para que nadie más escuchara.

Indicó que, al no acceder a las peticiones, empezó a ser discriminada y excluida de las actividades de la iglesia.

Además, relató que, por la presión de la que fue víctima, terminó accediendo a las intenciones del sacerdote. La denunciante contó que también fue testigo de otros abusos del cura con más mujeres de la comunidad religiosa.

Otra de las víctimas señaló que en 2012 empezó a ir a la iglesia del padre Martínez porque tenía una enfermedad y el sacerdote realizaba misas de sanación. Señaló que se vinculó a las actividades pastorales y eso llevó a que pasara mucho tiempo con el denunciado.

Igualmente, dijo que el padre empezó a acosarla con llamadas telefónicas y mensajes en medio de las ceremonias y que en una ocasión la citó a su casa y le dijo que se tenía que desnudar para hacer un ritual porque le estaban haciendo brujería. La denunciante dijo que ese día fue víctima de abuso sexual.

Añadió que le tenía miedo al padre porque en sus castigos usaba gas pimienta, choques eléctricos y porque el sacerdote echaba maldiciones a quienes no cumplían sus órdenes.

Finalmente la testigo, en su declaración, pidió a los investigadores que no la pusieran frente al padre porque no quería estar cerca de él.

Otra de las mujeres que declaró en la Fiscalía indicó que al religioso le gustaba aplicar choques eléctricos a las personas del grupo de oración. Señaló que el padre “reía a carcajadas” cuando veía cómo los jóvenes se caían del dolor al piso, luego de recibir las descargas.

Sostuvo que el cura les preguntaba cuántos corrientazos ofrecían “a cambio de la salud o bienestar de sus familiares” y que también usaba gas pimienta en sus rituales.

Indicó, además, que el hombre organizaba paseos en Colombia e incluso al exterior, en los que gastaba mucho dinero, y llevaba solo a las personas que él consideraba se portaban bien.

La denunciante afirmó que él la acosó sexualmente en tres ocasiones, también en la iglesia, pero que ella alcanzó a huir del sitio en el que estaban. Luego la citó en su casa y allí abusó sexualmente de ella.

Narró que el hombre los hacía comprar cosas que traía de sus viajes y que a ella la obligó a pagar por un cuadro que supuestamente había pintado él mismo.

Otra de las víctimas indicó que el padre empezó a abusar de ella cuando tenía 14 años y que, incluso, la dejaba en la casa cural mientras él bajaba a oficiar la misa y le decía que no se fuera a asomar. Señaló que el padre supuestamente la castigaba si se enteraba de que ella estuviera saliendo con uno de los jóvenes del grupo.

Declaró que en una ocasión fue grabada por el sacerdote y posteriormente chantajeada. La mujer contó que cuando empezó a salir con un integrante del grupo, el presbítero le dijo que para ser perdonada debía quemar la casa del joven con el que había salido y le dio instrucciones para hacerlo.

Otra mujer, que también fue escuchada por las autoridades, señaló que ingresó en 2005 al grupo de oración del padre y que él le hacía quitar la blusa para golpearla con hojas de ortiga. Narró que cuando el sacerdote se cansaba ponía a alguien más a que lo hiciera y se burlaba de ella.

Dijo que por su sobrepeso el padre le ponía apodos y la humillaba. Además, la insultaba desde su vehículo cuando se encontraban en la calle.

El cura habría inducido a los feligreses a cometer delitos.

Otro de los testimonios en poder de la Fiscalía señala que el padre tenía un revólver sin salvoconducto, y que recibía grandes sumas de dinero por las misas de sanación que realizaba.

Otro declarante manifestó: “El padre me pidió que buscara a unas personas en Medellín para golpearlas hasta dejarlas inválidas y que luego las violara”. Dijo que pensó que estaba molestando, pero, días después, lo buscó una persona cercana al religioso para quemar un local por instrucciones del sacerdote.

El testigo sostuvo que antes, por instrucciones del padre, intentaron robar una caleta de dinero que tenían unas personas de la zona. Incluso, dijo que el sacerdote le dio instrucciones para causar heridas con arma blanca a una de las integrantes del grupo de oración.

El hombre contó que se quiso salir del grupo por temor y que el padre le advirtió que lo dejaba ir con algunas condiciones, entre ellas, golpear a algunas personas e incurrir en varios delitos.

Así mismo, relató que unos hombres asaltaron una finca del padre y como el vigilante, por temor, se negó a reconocer a los delincuentes, el cura enfureció y ordenó apuñalar al celador.

En el expediente constan otros intentos de contactar a presuntas víctimas del padre, pero estas se negaron a declarar por temor a represalias.

El sacerdote fue suspendido de sus funciones por la Iglesia católica, en marzo de este año, cuando se conoció la primera denuncia en su contra.

Por los hechos le imputaron los delitos de acceso carnal violento, acceso carnal con persona puesta en incapacidad de resistir y acto sexual violento. Actualmente está recluido en el centro penitenciario Picaleña de Ibagué, Tolima.

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