Francisco fue el primer papa latinoamericano, el primer jesuita y el primero en adoptar el nombre del santo de Asís. Su elección, en 2013, marcó una ruptura histórica dentro del Vaticano. Cuando Jorge Mario Bergoglio emergió al balcón de la basílica de San Pedro, no solo rompió con siglos de predominio europeo: era argentino, jesuita y, por primera vez en la historia, eligió llamarse Francisco, en homenaje al santo de la pobreza, la paz y la creación.
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Un gesto fundacional del Papa Francisco
El entonces cardenal jesuita de Buenos Aires había alcanzado los votos necesarios para convertirse en el sucesor de Benedicto XVI como papa, y nombrarse Francisco. En ese momento, el brasileño Claudio Hummes —sentado a su lado en la Capilla Sixtina— lo abrazó y le dijo al oído: “No te olvides de los pobres”.
Esa frase, según confesó el mismo Pontífice, lo marcó profundamente. Pensó de inmediato en San Francisco de Asís, “el hombre de la pobreza, de la paz y que ama la creación”.
El nombre elegido no fue un guiño al pasado papal, como lo habían hecho sus predecesores, sino una declaración de principios. Desde entonces, su pontificado estuvo marcado por una idea reiterada en su primer encuentro con la prensa: “Quiero una Iglesia pobre y para los pobres”.
No solamente por los pobres se llamó Francisco de Asís, sino también por su vocación por el medio ambiente. ‘El pobre de Asís”, en el siglo XII, fue el santo que entendió que Dios estaba presente en todas las criaturas. Así, era el hermano sol, la hermana luna, la hermana tierra, el hermano conejo, etc.
Esto se puede leer en el ‘Cántico de las criaturas’, la composición poética de San Francisco de Asís.
San Francisco de Asís fue el santo que amó a la naturaleza y es el patrono de los animales.
El primer jesuita en ser elegido Papa
Nunca antes un miembro de la Compañía de Jesús había llegado al trono de Pedro. La elección de Bergoglio rompió una resistencia silenciosa que se había mantenido por más de cuatro siglos.
La razón no era doctrinal, sino política y estructural. Los jesuitas, fundados por Ignacio de Loyola en 1534, tienen un voto especial de obediencia al papa y han evitado tradicionalmente ocupar altos cargos eclesiásticos. Su rol ha sido el de servidores, no jerarcas. A esto, le llamaban “el cuarto voto”.
Además, durante siglos, la Compañía cargó con el peso de una leyenda negra: se les acusaba de hacer “demasiada política”, de influir en las cortes europeas y de actuar como una “orden paralela” al poder del Vaticano.
Llegaron a tener demasiado poder. Incluso, el papa Clemente XIV disolvió la Orden en 1773. Además, al superior de los jesuitas se lo llamaba el Papa negro, no solamente por la sotana negra que usaban, sino por la fuerza que llegó a tener la Compañía de Jesús, que fue fundada en el marco de la Contrarreforma de la Iglesia católica con el surgimiento de la Reforma protestante de Martín Lutero.
En el libro de Osvaldo Hurtado, El poder político en Ecuador, se lee que se podía cruzar toda la Real Audiencia de Quito y siempre tener un pie en tierras de propiedad de los jesuitas.
La Compañía recibió la rehabilitación en 1814. Contra ese telón de fondo, la llegada de un jesuita al pontificado fue una verdadera revolución.
El sacerdote jesuita ecuatoriano, Iván Lucero, recuerda el miércoles 13 de marzo del 2013, cuando en el Vaticano salió humo blanco y se anunciaba que el nuevo para era el cardenal argentino Jorge Bergoglio. “Lo que ocurrió para la mayoría de jesuitas de Ecuador fue una sorpresa. La mayoría de nosotros no esperábamos que fuera elegido Papa”.
El primer papa del sur
El papa Francisco no solo fue el primer jesuita: fue también el primero no europeo en más de 1 200 años, y el primer latinoamericano en la historia de la Iglesia. Su elección reflejó un cambio de centro geográfico y simbólico dentro del catolicismo, cada vez más arraigado en el sur global.
Nacido en el barrio de Flores, en Buenos Aires en 1936, es hijo de inmigrantes italianos. Construyó su vocación en los barrios populares, como párroco de periferia, predicador sobrio y crítico de las estructuras rígidas.
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