El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dio este lunes 21 de febrero del 2022 un paso sin precedentes en su particular pulso en torno a Ucrania.
El Mandatario hizo caso omiso a las contundentes advertencias de los gobiernos occidentales, y reconoció la independencia de las autoproclamadas ‘repúblicas’ de Donetsk y Lugansk, controladas por unos separatistas. Además, ordenó al Ministerio de Defensa ruso que garantice el mantenimiento de la paz.
Desde que Rusia comenzó a amasar efectivos militares cerca de las fronteras de Ucrania -Estados Unidos estimó la semana pasada que serían entre 170 000 y 190 000-, los países aliados de Kiev han barajado la idea de una invasión militar rusa sobre territorio ucraniano. De ocurrir, advertían, conllevaría “medidas contundentes”.
Pasos de Rusia para intervención militar
Sin embargo, en la última semana el sentir generalizado era que Rusia no daría ningún paso sin amarrar antes un pretexto que pudiese justificarlo. Dicho de otra forma, un ‘casus belli‘ sobre el que comenzar a erigir argumentos acerca de la necesidad, la legitimidad y la legalidad de una iniciativa rusa de índole militar.
El 15 de febrero, la Duma de Estado, la Cámara Baja del Parlamento de Rusia, tiró el guante a Putin. Le pidió al Presidente a través de una moción que reconociese un estatus propio a las administraciones erigidas por los rebeldes, con vistas “garantizar la seguridad y la protección de sus pueblos frente a las amenazas externas y la política del genocidio” por parte de Kiev.
Putin finalmente ha recogido el guante este lunes, horas después de un teatral Consejo de Seguridad ruso en el que, por primera vez, reconocía que estaba dispuesto a conceder ese simbólico premio a unos rebeldes a los que ha respaldado política -y también militarmente- durante casi ocho años de guerra ininterrumpida.
“Considero necesario tomar la decisión esperada durante tanto tiempo de reconocer de inmediato la independencia y la soberanía de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk“, dijo Putin, en un discurso dirigido a la Nación en el ha vuelto a denunciar un “genocidio” y ha cargado con dureza contra el Gobierno central de Ucrania.
En este sentido, Putin ha censurado que Kiev “no reconoce otra salida en Donbás que no sea la militar” y exigió al Gobierno de Ucrania “cesar las agresiones” en la región. “En caso contrario, toda la responsabilidad recaerá sobre las autoridades de Kiev”.
Putin lamentó que Kiev “repetidamente expresa su rechazo a cumplir los Acuerdos de Minsk, la ‘hoja de ruta’ pactada en 2014 y apuntalada al año siguiente para pacificar el este de Ucrania. Lo cierto es que este movimiento del Kremlin sí que parece poner el último clavo en el ataúd de dichos acuerdos.
¿Qué significa?
Más allá de la retórica, el reconocimiento es significativo por varias razones. Supone dar carpetazo a los Acuerdos de Minsk, que dejaban entrever un estatus especial para Donetsk y Lugansk pero siempre previa negociación con Kiev, así como intentar retocar el reparto territorial de un país que ya modificó unilateralmente en 2014 con la anexión de la península de Crimea.
El temor de los gobiernos occidentales, sin embargo, va aún más allá, ya que Rusia no ha escatimado gestos de apoyo en estos últimos años para los ciudadanos de las regiones separatistas, hasta el punto de conceder nacionalidades masivas para las personas que viven en las zonas controladas por los rebeldes.
Dado que hay por tanto ciudadanos rusos en el Donbás, Moscú podría alegar su derecho a defenderlos e intervenir ya abiertamente y sin disfraces en la guerra que se sigue librando en el este de Ucrania. Queda por ver cómo respondería entonces el Ejército ucraniano y hasta qué punto los aliados de Kiev estarían dispuestos a implicarse.
Críticas y sanciones
Putin ha agitado durante su discurso el temor a la OTAN y a una Ucrania con armas nucleares, defendiendo que Rusia “no va a quedarse de brazos cruzados” frente a quienes supuestamente ponen en riesgo su seguridad. En este sentido, ha lamentado que no se hayan escuchado sus reivindicaciones en esta materia.
Los actores políticos occidentales ya habían advertido a Putin de que reconocer la soberanía de los territorios rebeldes sería una ‘línea roja’ y ya con la mera sospecha del paso que iba a dar este lunes se desencadenaron los contactos y los avisos, intentando detener ‘in extremis’ lo que finalmente ha ocurrido.
Putin se lo comunicó personalmente por teléfono al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el canciller de Alemania, Olaf Scholz, que a su vez hablaron con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y con el de Estados Unidos. El mandatario ucraniano también habló con el primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson.
Sanciones que se anuncian
La Casa Blanca ha anunciado que Biden promulgará un decreto para prohibir “nuevas inversiones, comercio y financiación” por parte de estadounidenses “hacia, desde o en” Donetsk y Lugansk como respuesta al reconocimiento de su independencia por parte de Rusia. La Unión Europea, por boca de sus principales líderes, también prometió “firmeza” en forma de sanciones aún por concretar.
Por parte de la OTAN, su secretario general, Jens Stoltenberg, dijo que el desafío de Putin “erosiona los esfuerzos” para resolver el conflicto y ha subrayado que “Donetsk y Lugansk son parte de Ucrania”. Rusia, ha añadido, busca establecer un “pretexto” para invadir Ucrania “otra vez”.
El duelo político, heredero de la Guerra Fría, deja en cualquier caso como principales damnificados a una población marcada por el conflicto. Unas 14 000 personas han muerto, una cuarta parte de ellos civiles, y alrededor de un millón y medio de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, según datos de la ONU.
Las organizaciones que trabajan sobre el terreno han advertido de que, si las tensiones aumentan, también lo harán las necesidades de la población. Antes de que la actual escalada, Naciones Unidas ya estimaba en 2,9 millones las personas que necesitarían ayuda humanitaria este año en Ucrania.