“Los intereses nacionales de Rusia como gran potencia marítima se extienden a todos los océanos y al mar Caspio“, señala un documento firmado por Vladimir Putin el 31 de julio de 2022 con ocasión del Día de la Armada.
Putin aprobó por decreto una nueva doctrina naval que tiene en cuenta los dramáticos cambios geopolíticos causados por la campaña militar rusa en Ucrania. Todo esto después de que en 2015, se deterioraran las relaciones con Occidente provocado por la anexión un año antes de la península ucraniana de Crimea.
Rusia no acepta injerencias en sus asuntos en el Ártico, el Caspio o el mar de Ojotsk (Pacífico); los mares Negro y Azov, arrebatado a Ucrania; el Báltico; las islas Kuriles (cuya soberanía reclama Japón); el Mediterráneo oriental y los estrechos que llevan a Asia y África. “Hemos marcado abiertamente las fronteras y zonas de los intereses nacionales de Rusia, tanto las económicas como las estratégicas que son vitales. Garantizaremos su defensa de manera firme y por todos los medios”, afirmó.
Del Mediterráneo al Pacífico
Con la estatua ecuestre del zar Pedro el Grande a su espalda, Putin expuso sus ambiciones de grandeza justo cuando Occidente le ha condenado al aislamiento.
Para evitar ese ostracismo, Moscú anunció planes de crear bases navales y centros de abastecimiento. Desde el Mediterráneo oriental a la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el Golfo Pérsico, el empeño se verá apoyado por la construcción de portaaviones.
En cuanto al Mediterráneo, Rusia garantizó su presencia permanente en el puerto de Tartus, en Siria. Además, Moscú quiere abrir centros de mantenimiento naval “en territorio de otros países de la región”, incluido África y Oriente Medio.
En concreto, la doctrina destaca el interés en incrementar la cooperación militar-naval con la India, Irán, Arabia Saudí e Iraq. Y es que Rusia intenta desde hace años encontrar alternativas estratégicas a sus tradicionales socios europeos.
La Armada rusa, reanudó cuatro años después las patrullas por todo el mundo, incluidas las zonas de responsabilidad de la OTAN. Esto luego de abandonar en el 2001 su base en Cuba (Lourdes) y en el 2004 la de Vietnam (Cam Ranh).
EE.UU., la mayor amenaza
Tanto en tierra como en mar, Estados Unidos es la principal ‘amenaza’ para la seguridad nacional debido a su aspiración de ‘dominar’ los océanos. Esto incluye lograr la “hegemonía incontestable” de su Armada y restringir el acceso a los recursos y las comunicaciones oceánicas, señala el documento.
También son un desafío el acercamiento de la infraestructura de la OTAN a las fronteras rusas. También incluye el incremento de las maniobras navales occidentales y las pretensiones territoriales de islas y zonas costeras rusas.
El Kremlin acusa a Occidente de intentar “debilitar” su control de la Ruta Ártica, que Putin propone como alternativa al Canal de Suez, a través de la militarización de la región, de lo que otros países también acusan a Moscú.
Por todo ello, Rusia también se propone acelerar y diversificar sus actividades en aguas árticas desde los archipiélagos de Nueva Zembla, Francisco José y Svalbard (de soberanía noruega), a la isla de Wrangel.
Una de las prioridades rusas es convertirse en uno de los líderes en exploración y explotación de los recursos del territorio ártico. Esto especialmente de la plataforma continental rusa, a lo que aspiran otros países como EE.UU., Canadá, Noruega o Dinamarca.
Armamento hipersónico
Putin, que anunció en el 2018 un programa de rearme sin precedentes con armamento hipersónico, adelantó ayer que “en los próximos meses” la Armada recibirá los nuevos misiles de crucero hipersónicos Tsirkon. Destacó que “no tienen análogos en el mundo”, ya que su capacidad es prácticamente ilimitada.
La fragata Almirante Gorshkov ha sido la elegida para portar dicho armamento y su mar de destino se determinará dependiendo de la seguridad de Rusia, explicó. La doctrina alude a que Rusia apuesta por instrumentos diplomáticos y económicos para solventar contenciosos. De igual manera puede recurrir a la fuerza “en caso de necesidad”, aunque siempre respetando la legislación rusa y el derecho internacional.
Otra de las prioridades es reforzar el potencial de la Flota del mar Negro y fortalecer la infraestructura militar de la anexionada península ucraniana de Crimea, donde el domingo fue cancelada la parada naval debido al supuesto ataque contra el cuartel de la Armada en Sebastopol con un dron ucraniano.
La Armada rusa quiere garantizar el acceso al enclave báltico de Kaliningrado. “(La Armada rusa) es capaz de responder como un rayo a todos aquellos que decidan amenazar nuestra soberanía y libertad”, proclamó Putin.