El vehículo Nissan Patrol de 1993 en el que viajó el autor del atentado, José Aldemar Rojas Rodríguez. Foto: Agencias
Las víctimas mortales por el atentado terrorista perpetrado con un coche bomba en Bogotá este jueves, 17 de enero del 2019, ascienden a 21, incluido el terrorista, informó la Policía de Colombia pasadas las 23:00.
El presunto responsable fue identificado por la Fiscalía como José Aldemar Rojas Rodríguez, de nacionalidad colombiana, quien ingresó con una camioneta gris Nissan Patrol cargada con 80 kilos de pentolita a la Escuela de Oficiales General Francisco de Paula Santander, en el sur de la capital colombiana señala un comunicado divulgado por la Policía, al dar cuenta de las víctimas, entre las que se encuentran dos cadetes ecuatorianas: una fallecida y otra herida.
Una fuente de la Fiscalía confirmó a AFP el deceso del hombre durante el ataque, aunque las autoridades no han señalado su vinculación con alguno de los grupos armados que aún operan en Colombia, financiados por el narcotráfico, tras el pacto de paz con la otrora guerrilla de las FARC en 2016.
Este “demencial acto terrorista no quedará impune, los colombianos nunca nos hemos sometido al terrorismo, siempre lo hemos derrotado, esta no será la excepción”, dijo el presidente Iván Duque en una declaración a la prensa junto al fiscal general, Néstor Humberto Martínez.
Un grupo de cadetes ecuatorianos se encontraba en la Escuela de Policía de Bogotá cuándo se produjo el atentado. Las autoridades confirmaron que la cadete Erika Chicó falleció. La cadete Carolina Sanango, en tanto, resultó herida.
Ecuador condenó con indignación lo ocurrido, un hecho que fue calificado por el presidente Lenín Moreno como “brutal acto terrorista”. Pasadas las 18:00, una comitiva encabezada por el vicepresidente Otto Sonnenholzner se desplazó desde Guayaquil hasta Bogotá. En el grupo viajaron familiares de las dos cadetes.
Más víctimas extranjeras
En el lugar además estaban 45 cadetes panameños, de los cuales solo dos resultaron lesionados pero están “estables”, indicó el mandatario de Panamá, Juan Carlos Varela, en Twitter.
El vehículo, que de acuerdo con la Fiscalía había pasado por una revisión en julio en 2018 en Arauca (frontera con Venezuela), detonó en el marco de una ceremonia de ascenso de oficiales y cadetes.
“Escuché como si se hubiera caído el cielo en la cabeza. Fue una explosión muy grande. Cuando salí había una humareda grande”, relató Rocío Vargas, una vecina del lugar.
Según versiones de policías, un perro antiexplosivos detectó la carga. Al verse descubierto, Rojas aceleró y atropelló a un agente. Tres uniformados fueron detrás del vehículo que explotó segundos después.
Se trata del peor acto de terrorismo ocurrido en la capital colombiana desde febrero de 2003, cuando rebeldes del ahora partido FARC detonaron un coche bomba en el club El Nogal. Treinta y seis personas murieron y decenas más sufrieron heridas.
Tres días de luto
El presidente Duque declaró tres días de luto y dijo en un mensaje a la nación que ordenó “fortalecer los controles sobre las fronteras y las entradas y salidas de las ciudades”.
“Igualmente, he solicitado dar prioridad a todas las investigaciones (…) para identificar a los autores intelectuales de este atentado terrorista y a sus cómplices”, señaló.
Duque, quien asumió el poder en agosto pasado, ha endurecido la política antidrogas tras heredar una cifra récord de cultivos ilegales y de producción de cocaína en 2017.
Al mismo tiempo ha fijado condiciones para reactivar los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) , última guerrilla reconocida en Colombia. Ningún grupo se ha atribuido de momento este ataque, ni las autoridades han deslizado hipótesis sobre sus autores intelectuales.
Además del ELN -que en el pasado ha reconocido ataques con explosivos contra la policía-, operan bandas del narcotráfico de origen paramilitar y disidencias de las FARC que luchan por control territorial en medio de una espiral de violencia selectiva contra líderes sociales que deja 438 muertos desde enero de 2016.
Hace un año la policía también fue blanco de un ataque con bomba dentro de una comisaría en la ciudad caribeña de Barranquilla. Seis uniformados murieron y 40 sufrieron heridas. Días después el ELN, cuya delegación de paz está en La Habana, se adjudicó la acción.
Solidaridad internacional
La víspera del ataque de este jueves un nuevo grupo de aspirantes a oficiales había ingresado a la escuela. Otros, como Jonathan Oviedo, retomaban clases.
“Mi hermano Jonathan, que es cadete, alcanzó a hablar con nosotros y nos dijo que estaba herido, luego pasó al teléfono un teniente y se cortó la comunicación”, comentó Carol Oviedo.
Una funcionaria de salud de las Fuerzas Militares señaló a la prensa que al parecer el vehículo irrumpió “abruptamente” en la sede policial.
“Entró abruptamente, casi atropellando a los policías y enseguida fue la explosión”, relató Fanny Contreras.
Entretanto, Duque pidió la colaboración de los colombianos para “desarticular a la estructura criminal” que ejecutó el ataque, aunque se cuidó de mencionar a alguna organización en específico.
Desde la oficina de la ONU en Colombia hasta Estados Unidos, pasando por el gobierno de Venezuela -con el que Bogotá congeló relaciones- y la FARC condenaron el hecho y expresaron solidaridad.
Con unos ocho millones de habitantes, Bogotá había sido sacudida por esporádicas acciones de terror en 2017. En febrero de ese año, el ELN se atribuyó un atentado contra una patrulla policial que dejó un uniformado muerto y varios heridos de gravedad en el barrio La Macarena.
Ese mismo año, un atentado en un centro comercial dejó tres muertos y varios heridos. Las autoridades culparon del hecho al Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) , un grupúsculo de izquierda radical.